En verano
A mi derecha una mujer morena, a mi izquierda una muchacha rubia. De pronto se me multiplican las chicas y las piernas y un desfiladero de minifaldas se me sube a la cabeza, como si hubiera bebido demasiado o llevara veinte horas sin dormir. Así no hay quien escriba, quien ponga los adverbios y coloque las tildes. Llegó el verano, eso está claro, las normas pierden rigidez, los helados se derriten en la boca, Caperucita, con este calor y este sofoco, ya no aparece por el bosque, y el lobo soy yo, cazador trasnochado en un junio furtivo y cadencioso. Qué falta de criterio, me gustan todas, que diría Beatriz desde su sillón de mimbre de lectora inteligente del mundo y sus bitácoras, pero no es eso, Beatriz, no es eso, lo que me gusta es el ruido de la vida, la naturaleza furiosa y embaucadora, la gracia de las citas a ciegas y de las palabras escritas en los talleres clandestinos del idioma. Soy militante del otoño y sus neurastenias, pero del verano me gusta lo que tiene de exceso, ese sudar barroco, esas siestas húmedas que apenas consigue anestesiar el hilo musical del aire acondicionado. Es verano en tu pelo en enredadera, en mi jaula de grillos, en la playa remota y en el corazón tranquilo del hombre que en su oficina sueña con unas vacaciones color caribe.
¿Y dónde me pones a mí? ¿Tengo sitio en esa prosa? Es verdad que no me conoces, pero tendrás que tenerme fe, así que tú verás.
Describes la vida como llama que abrasa y me gusta. Las bitácoras me llevan a lugares tranquilos, donde la reflexión y la palabra queman por dentro.Verano en Cantabria donde a Beatriz le gustaría encontrar a Dante.
Gracias