B.E., bee, beeee
Soy de natural optimista, aunque el mundo me ha ido haciendo un pesimista tranquilo. Lejos de mí, el optimismo antropológico y el pesimismo redundante, ése que suena a disco rayado de oposición que se ha tomado su papel como un destino. Pero yo no venía aquí a hablar de política, sino de la vida, la sociedad, las cosas del entorno, y son estas minucias las que me hacen ser discretamente pesimista. A menudo oigo: “¿Tenemos los políticos que nos merecemos?”. Mi respuesta es: “No estoy del todo seguro, pero creo que somos algo peores que ellos”. No es exactamente que seamos malos, es que estamos enfermos y el pronóstico es delicado. Caben muchas perspectivas para enfocar el tema, pero quiero abordarlo desde un prisma antipático. Me permitirán que no entre directamente en harina, que me aplique una dosis de autocensura, ahora que se dice con soberana indiferencia cualquier majadería. Marx, don Carlos, dijo en la introducción de la “Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel” que “la religión es el opio del pueblo”. Ya no. Entre nosotros, el opio es la basura, la que cae del cielo audiovisual. Nos alimentamos de ella con gula singular, somos chismosos bulímicos, y que cada cual se salve a título individual del epíteto, que como masa no quito una coma. Estoy hablando de eso que ustedes saben que estoy hablando, pero callo por elusiones, por apetencia, por disidencia, porque me da la gana. Si hubiera titulado este artículo con el nombre de la señora en que están pensando hubiera tenido más lectores, pero renuncio gustoso a esa audiencia. Titulo con unas iniciales BE, que se vuelven balido, BE, bee, beee, porque lo patético no es lo que bala la oveja princesa sino el rebaño que la sigue. Luego están los listos que hacen negocio a costa, o sea, los expendedores de opio. La educación está como está, los parados pasan de cuatro millones, la sanidad pública se está privatizando en algunas comunidades ante la general impasibilidad, etc, y en medio de la tormenta, el consuelo son los personajes sandios de un estúpido teatrillo. Está también el fútbol, que muchos toman como droga, pero en comparación con la gramática del tomate, la pelota es alta cultura.
Cada día, estoy más convencido que es verdad que la realidad supera con mucho a la ficción.
Desde siempre “la Leona” ha defendido su guarida y ha proporcionado a su prole, comida cariño y cuidados.
Nadie nos enseña a ser padres, y el ser humano es de por si imperfecto.
Hay de aquellos que no ven la paja en el ojo propio.
Pero las Leonas (léase MADRES) nos demuestran día a día su coraje.
Oleeee, Oleeeeeee
Jo, Tirado, en un solo articulo: estado anímico, antropología, política, vida, sociedad, entorno, corazón, drogas, filosofía, derecho, animales, educación, parados, sanidad publica y fútbol….
Coño te falto la Mafia.
¡Te superas!