Guatemala, una pobreza sin moscas
En Guatemala han asesinado a 166 conductores de
La sequía verde
autobús en lo que va de año. ¿Es sostenible un país así? Difícilmente, y más si se añade a la violencia (6200 asesinatos en 2008) una calamitosa situación económica, provocada en buena medida por una distribución sumamente injusta de la riqueza, con una clase media que apenas supera el diez por ciento y una clase alta integrada por dos decenas de familias, a las que hay que sumar los nuevos ricos del narcotráfico. A un lugar tan inquietante como ése, tan hermoso también, nos hemos trasladado durante una semana un equipo de Informe Semanal con la pretensión de captar una fotografía de urgencia sobre una realidad que no admite retrasos: el hambre causada en última instancia por una dilatada sequía, aunque las raíces estructurales vienen de muy atrás. Guatemala no es África, ni sus hambrientos responden a la imagen a que nos tiene acostumbrada la televisión, pero en los últimos meses han muerto por desnutrición 462 personas, entre ellos 54 niños. Si la pobreza de Guatemala es limpia, sin moscas, la sequía es verde, pues se trata de un país tropical y boscoso donde la cámara nunca encontrará las imágenes de tierras desérticas y cuarteadas a que tan acostumbrados están nuestros ojos de espectadores. De otra parte, en el país no faltan alimentos, lo que le falta a miles de familias es dinero para comprarlos.
En ese contexto, el trabajo de la FAO, Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, es admirable. Les hemos acompañado en el denominado Corredor Seco del Oriente, la zona más afectada por la sequía. Aquí la FAO actúa con objetivos como la creación de nuevos hábitos de cultivo, con una adaptación de la agricultura al cambio climático y la búsqueda de diversidad de hortalizas y plantas, que no se limiten a los básicos maíz y frijol.
El viaje es siempre una experiencia, el periodista es un narrador de historias, pero también una persona que cuando retorna de un país asolado por la necesidad, la injusticia y la violencia indiscriminada trae junto con el jet lag una sensación amarga y difusa.
Lo estuve viendo. Enhorabuena por la experiencia de estar allí y de dar voz a los sin voz. El reportaje refleja bien la dureza de la vida de los campesinos, pero también divulga los rayos de esperanza que la FAO siembra en el país. La labor de las Hijas de la Caridad en el centro de nutrición muestra la presencia cristiana siempre en los últimos confines de la tierra. Siempre dónde no llegan los estados o se han evaporado. Como en Guatemala, país al que los analistas catalogan de ‘estado fallido’.
El ‘narcopoder’ se extiende sin límites. Hace sólo unos meses fue asesinado Rodrigo Rosemberg, un abogado y profesor muy conocido, tres días después de señalar al presidente Álvaro Colom, su mujer, su secretario personal y un ‘narco’ como ideólogos del crimen de un empresario que no se avino a entrar en una oscura trama económico-política.
Informe Semanal es una raya en el agua de los grandes medios porque incluye en su agenda de temas la realidad de la pobreza y el subdesarrollo en gran parte del plantea.
(3er intento de escribir en el post)
¿Sabes que es la primera vez que nos hablas sobre tu programa? Debe haberte impactado mucho todo lo que has visto allí, el hambre, la pobreza y los niños, sobre todo los niños…
Tu artículo me ha recordado a las sabias y proféticas palabras de J. L. Sampedro en el programa de Calleja esta semana: vivimos en la barbarie. Recordó la famosa cita de L. King “Lo peor no son los hombres malos, sino el silencio o la indiferencia de los hombres buenos”. Lo sabemos y tristemente lo consentimos. Gracias Juan Antonio por hacernos pensar.
Cuando éramos niños, en el colegio nos hablaban del Domund de las misiones y en el colé nos daban una hucha que paseábamos toda la mañana, con tal de librarnos del colegio.
¡Para los negritos del África¡
Los Indianos, venían de vacaciones y tenían grandes coches, que alquilaban al llegar a Madrid. Y pensábamos que aquella era la tierra de las oportunidades.
Con América, siempre se nos recuerda la deuda del oro que alguien a quien nunca conocimos se trajo, de las guerras de un rey que se financiaron con ese oro, pero ya no es la deuda, dentro de la Globalización, todos estamos en el mismo paquete, y nos hemos vuelto tan insensibles, que ya hemos aprendido a mirar para otro lado cuando algo nos molesta.