Los demonios de “El Mundo”

 

 

Pedro J Ramírez

Pedro J Ramírez

“El Mundo” cumple veinte años. Recuerdo como si fuera hace un rato aquella mañana de un otoño dulce y melodioso, cuando a una hora próxima al mediodía me acerqué al quiosco y me llevé bajo el brazo aquel hermoso barco de papel, sucesor natural del “Diario 16” de los 80. Amo los periódicos, esas extrañas criaturas que atraviesan una crisis que pudiera ser mortal pandemia. Me cuesta imaginar una manera mejor de estrenar la vida cada mañana que con un diario y un café en la barra del bar de la esquina. Sé que cada vez son más los que compraban periódicos y ya apenas lo hacen. Mi amigo LGM, que es un vanguardista de todo, me pondera las ventajas de informarse por Internet, y me habla admirativamente de la edición digital de “El Mundo”. Yo, que soy un navegante goloso por los mares abiertos de la red, no le encuentro el gusto a los periódicos digitales. Ya sé que son una buena manera de enterarse de las noticias (no mejor que la radio, pero sí más silenciosa y discreta), pero aunque periodista no vivo corroído por la inquietud permanente de las noticias, en realidad no me importa mucho enterarme ahora o dentro de un rato. Lo que a mí me gusta no es la actualidad en la red, aséptica como un mapa, sino internarme en un bosque sagrado de papel, en el barroquismo de sus columnas, para encontrarme de pronto con un artículo que justifica un euro, con una polémica inesperada o con el fuego cruzado entre dos diarios.

Soy un lector habitual de “El País”, pertenezco a esa generación ya un poco chocha, pero busco y a veces encuentro en todos los periódicos un instante de gracia, una prosa que me lleva el ruido de la calle. Recibí con alborozo “El Mundo”, porque vivíamos una época dura del felipismo y el diario nació con las mejores intenciones periodísticas, en un tiempo en que “El País” jugaba a lo que mejor sabe, a favorecedor del poder y ocultador de sus miserias. “El Mundo” fue esencial en la denuncia de aquellas cloacas, aunque también cometió excesos peligrosos y reprobables, que auguraban la peor cara del periódico de Pedro J, la que durante tres años nos ha ofrecido una infumable teoría de la conspiración a cuenta del 11 M. Con luces y sombras, lo que más me gusta de “El Mundo” es su conglomerado de firmas: el gran Paco Umbral, Raúl del Pozo, Javier Ortiz, Gistau, Arcadi Espada, Carmen Rigalt etc le han puesto o le ponen al periódico una sal que le falta a otros papeles. Y luego está el diseño, que entra por los ojos. Lo bueno y lo pésimo, la salud y el cáncer de “El Mundo” es Pedro J, seguramente el mejor periodista español de los últimos 30 años y también un príncipe artero y perverso.

 

 

3 Responses to “Los demonios de “El Mundo””

  1. Yo soy lector de “El Mundo” desde el primer día. Tienes razón en lo de “generación chocha” cuando te refieres a los lectoresadictos a “El País”. Evidentemente “El Mundo” tiene muchos defectos, en realidad yo creo que lo que más le define son sus defectos, pero “El País” es un dechado de nada, una nube de presunciones sin fundamento, un hatajo de coleguillas pseudo “intelectuatas” que dan que reír. Y no lo digo por ti, que desde luego estás más abierto de miras y te permites la autocrítica.

  2. El Mundo huele y huele mal, porque es la cag… de una gaviota enferma. Ejercicio de rencor impúdico. Panfleto de un cínico mentecato que de día es príncipe y de noche princesita de bragas rojas. ¡Qué asco!

  3. A tiempo, un grupo musical con un nombre como “No me pises que llevo chanclas” decía: ¿Y tú de quien eres?
    De Marujita, le dije yo
    Y tú de quien eres ?De Josefita, le dije yo…

    Si la música de cada momento, es el reflejo de la sociedad de cada momento, ¿lo que lees es también el reflejo de cómo eres? Hace tiempo creí que habíamos quedado, que dentro del respeto a los demás a sus ideologías a su religión a sus gustos…

    Y ahora resulta con que seguimos que si eres de coca cola o de Pepsi, de Mac Donalds o de Burger King, de rubia o de morena, del Madrid o de…

    Y somos tan obtusos como para ser del País o del Mundo. Dentro del mundo de los pensadores, de los razonadores, ¿no podríamos ser un poco de todo y capaces de discernir entre lo que nos convence y lo que no, y no ser solamente una marioneta de los pensamientos de los demás?

    Grandes guerras y desgracias han comenzado, por no ser capaces de ver que hay quien no piensa como nosotros.

    ¿Tú eres también un integrista intelectual?

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