Enric González: un premio, un castigo

 

 

 

 

 

El Príncipe entregó a Enric González el premio Cuco Cerecedo

El Príncipe entregó a Enric González el premio Cuco Cerecedo

Enric González ha recibido el premio Cuco Cerecedo de periodismo por sus artículos en “El País”. En justa correspondencia, el periódico le ha retirado de sus trabajos como columnista y, para quitárselo de encima, lo enviará en enero de corresponsal a Jerusalén. Una corresponsalía no es, objetivamente, un castigo, y lo sabe bien Enric, que ha realizado esas labores durante veinte años en París, Roma, Londres, Washington y Nueva York. En ese tiempo y en esos lugares le cabe la gloria, si es que existe gloria periodística, de ser uno de los grandes del oficio, un clásico ya, pese estar todavía en su medio siglo de vida. De modo que sus lectores deberíamos felicitarnos por el hecho de que a partir del año nuevo vaya a contarnos con su habitual talento el curso de las cosas que pasan en ese sitio convulso del mundo. Lo que ocurre es que sus lectores estamos empezando a cansarnos del desprecio con que nos tratan los dirigentes de la Prisa Nostra. No es la primera cabeza que rueda en la sede de Miguel Yuste por el pecado de tener ideas propias. En “El País” son maestros en una vieja estrategia, que verbalizó Guerra, aquello de “el que se mueve no sale en la foto”. El caso más espectacular que se me viene a la memoria es el del crítico literario Ignacio Echevarría, decapitado, sin previo juicio, por haberse permitido arremeter contra una novela de Bernardo Atxaga publicada por la editorial Alfaguara, un importante eslabón de la cadena Prisa.

 En El País hay un tipo de periodista cada vez más valorado, una suerte de perrillo faldero cuando se trata de reír las gracias del amo, que se vuelve lobo a la hora de morder a los señalados por el dedo del dueño. Enric González es el contrapunto de ese tipo de cronista. Él, que ama los gatos, es en sí mismo un felino periodístico, con olfato, buena cultura y mala leche, que no acostumbra a hacer cosquillas en las manos de su señor. Durante estos últimos años ha sido columnista de las penúltimas páginas de “El País”, un espacio tradicionalmente preterido que alcanzó relieve con la prosa bronca y sutil de Eduardo Haro Tecglen. Ahora, Enric le había tomado la medida a la columnita y éramos muchos los lectores que nos desayunábamos (lo seguiremos haciendo hasta final de mes) con sus análisis penetrantes y a menudo irónicos. Sus jefes censuraron algunos artículos, como aquel que incluía este párrafo, aviso para navegantes: “No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños“.

 El Príncipe Felipe le entregó el prestigioso premio Cuco Cerecedo, que tienen Umbral, Raúl del Pozo, Manuel Vicent, Manuel Alcántara, Millás o Haro Tecglen. En el acto, y en su estilo discreto, como de no molestar, Enric González dijo: “Ya no hay que fiarse de las grandes empresas, tienen otros intereses. Habrán de ser los periodistas los que se organicen, en cooperativas, en sociedades, como sea, para seguir haciendo información. Las empresas ya no son la prensa”. Caramba con Enric González. Todavía no se ha marchado y ya lo estamos echando de menos. Él es la mejor cara de un oficio donde demasiadas veces sale cruz.

 

 

 

4 Responses to “Enric González: un premio, un castigo”

  1. Hay que ser “Güay”, pero si no se puede ser, se puede fingir serlo. Hay quien se viste de Güay, y también quien se cree todopoderoso. El asumir un roll determinado, no nos convierte más que en actores de esa obra, pero no en el personaje.
    Los que hoy se creen todopoderosos pues intentan manejar a su antojo, todo y a todos, mañana serán “defenestrados” y manejados.
    El sabio refranero Español decía:
    – Cuando la barbas de tu vecino….
    – Arrieritos somos…

    Tome nota Prisa y la SGAE

  2. Y tanto que ya lo estamos echando de menos. Es una triste noticia, lacerante para la profesión y para los lectores. Una vez más, huérfanos de espíritu crítico y voz independiente.
    Buscaremos las crónicas de Enric desde Jerusalén, pero nos faltará su mirada ácida e inteligente del día a día de nuestras miserias locales.

  3. Yo he sido durante años, muchos, lector diario del diario El País, pero hace algunos que ya sólo lo compro de modo esporádico, y con la misma avidez con que compro El Mundo o ABC: con muy poca. Sin Enric González me costará todavía más dejar mi euro veinte en la hucha de Prisa.

  4. Lanzo mi apuesta: me temo que a partir de ahora sólo va a salir Cruz.

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