SÁBADOS LITERARIOS. Diario de Ana Frank
Ana Frank
Es un milagro que exista un libro titulado “Diario de Ana Frank” y que fuera escrito por una niña llamada Ana Frank, en las circunstancias en que se escribió. Durante mucho tiempo yo pensé que la historia respondía a alguna variante de la imaginación, creí que había algo de kitsch e impostado en ese relato de la niña judía escondida de los nazis en el cuarto de atrás de un edificio de oficinas de Amsterdam. Ana era una niña razonablemente feliz, que vivía en el seno de una familia de judíos acomodados, huidos de Alemania. La historia acaba de la peor manera posible, los escondidos son delatados y trasladados a varios campos de concentración, donde mueren todos menos Otto, el padre de Ana. La niña, que tenía trece años al entrar en el refugio, escribió durante los dos años de clandestinidad un diario en el que refleja su angustia, pero también sus ilusiones y sus travesuras infantiles. La historia es sobradamente conocida, porque del “Diario de Ana Frank” se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo.
Ahora ha muerto, a los cien años, Miep Gies, la persona que más había ayudado a los refugiados, aprovisionándolos de víveres y llevándoles el palpitar y el sentir de la calle, el relato, forzosamente sombrío, de lo que estaba pasando en el mundo alucinado y de pesadilla inventado por los nazis. Miep entregó a Otto los manuscritos de su hija, encontrados en el escondite, que terminarían siendo una de las obras literarias más impactantes del siglo XX. La gran escritura nace siempre en los mismos parajes por donde discurre la vida, pero cuando una obra es tan uña y carne, cuando el lector es exactamente consciente de que lo que lee responde a la vivencia de un ser humano frágil y verdadero, confinado a unos metros cuadrados, encerrado con su miedo y sus sueños; cuando, además, la persona que escribe su historia, con perfecta naturalidad y con estilo admirable, es una adolescente que apenas conoce el alfabeto de la vida y que ya está condenada a muerte por las fuerzas de la perversión universal, entonces no queda otra salida que la emoción y la empatía.
Tuve la suerte, va a hacer ahora dos años, de ir a la casa, hoy museo, donde estuvo encerrada Ana Frank, su familia y otra segunda familia, amén de un dentista impertinente, para hacer un reportaje para Informe Semanal. Fue una preciosa experiencia, que me permitió acercarme al milagro de la vida, a ese tesoro escondido en el corazón del tiempo, donde crece la memoria como una hierba misteriosa.
No tengo mucho que decir, sólo queria dejar un saludo en tu blog. Suelo leer tus entradas con interés. Hay lugares que impresionan mucho, son simbólicos, superan lo físico, sin duda el cuarto de Ana Frank debe serlo. Yo tuve una sensación parecida cuando pasé por El Paisnal, donde asesinaron a Rutilio Grande, en El Salvador, o al acercarme al atril desde donde hablaba monseñor Romero, o incluso callejeando por la Jerusalén vieja. Un saludo.
El diario de Ana Frank es uno de los pocos libros que leen los adolescentes en los colegios.
Si que es una suerte que tu trabajo te lleve a transitar personas y lugares tan interesantes. Los demás nos conformamos con leer las crónicas o ver los reportajes.
Uno de esos lugares llenos de historia y alma es la humilde tumba de A. Machado y su madre Ana en Colliure que queda como testigo cruel de la barbarie del 39. Visité el pequeño cementerio, donde encontré otros españoles en similar peregrinación. Hondo silencio, emoción y flores 70 años después. Inolvidable.
no he leído el diario de Ana Frank a pesar de haberlo comprado hace mucho tiempo ,pero sólo por pereza , La casa hoy museo como bien sabe nuestro bloguero y los que la hemos visitado en verdad que impresiona, esas escaleras tan empinadas y estrechísimas para llegar a ese cuertucho donde vivió. Enfin son sitios que no se olvidan. Como la impresionante tumba del Sha de Persía en El Cairo, aunque este por otros motivos claro esá..
La atractiva y comercializada figura y obra de la adolescente Ana Frank me hace reflexionar sobre el hecho que no existe mucha creación literaria directa, viva, sufrida y profundamente sentida y racionalizada del espanto nazi. En este sentido hay una presencia que deseo mencionar: la del poeta Paul Celan (1920-1970). Este rumano-alemán-francés, de origen judío, fue deportado junto a toda su familia a campos de concentración. Todos murieron, él se salvó. Desde Auschwitz escribiría:
……
Él grita tocad más dulce a la muerte la muerte es un maestro que
viene de Alemania
grita tocad más oscuro los violines entonces subiréis como humo en el
aire
entonces tendréis una fosa en las nubes allí no se yace estrechado.
Negra leche matutina te bebemos a la noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro que viene de
Alemania
te bebemos a la tarde y de mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro que viene de Alemania su ojo es azul
él te da con la bala de plomo te da certeramente………
(fragmento “Fuga de la muerte”)
Considerado entre los más grandes poetas del s. XX, Paul Celan nunca llegó a superar su historia. Su poesía cada vez se volvió más hermética, más críptica. Acabó suicidándose. Un recuerdo.
He leido el diario, tanto el censurado como el original, y siempre me pregunté si alguna vez dejaran de pasar estas cosas, aún en muchos lugares del mundo mueren muchas personas como Ana, aún hay genocidio en el mundo.
Juan Antonio un besote, como puedes ver he pasado por aqui. Felicidades por lo del Atletic.