El regreso de José Tomás
José Tomás volverá a los ruedos el 23 de julio en Valencia. Tomás es un torero de leyenda al que solo le falta morir en la plaza para que su estatua alcance los oros de Joselito o Manolete. Precisamente Manolete ha sido el mártir bajo cuya advocación ha toreado desde sus comienzos el matador de Galapagar. En una entrevista para “Informe Semanal”, en 2000, me dijo que no le importaría morir en el ruedo como lo habían hecho los hombres que habían tejido la gloria del arte de Cúchares. Me dijo que no le importaría morir, pero le faltó un ¡ay! para decirme que le gustaría. A veces viéndole torear me ha dado esa impresión. Hace un año un toro lo mató en Aguascalientes, México. Fue una muerte anunciada y una resurrección inesperada, cuando ya en su casa de Galapagar su madre le rezaba en los preámbulos de un velatorio sin muerto con el dolor que subía por las gradas y bajaba por las ganaderías con lágrimas como láminas de tristeza. Ese día el toro no lo mató, pero lo mató, y era de esperar que ese guiño clemente del destino fuera el aviso para olvidarse de una gloria que en su razón/sinrazón última solo puede ser póstuma. A Manolete lo mató un toro en la plaza y entró directamente en la mitología, pero no consta que lo buscara, sencillamente lo encontró. En algunas tardes de locura, sin embargo, Tomás parece buscar la cornada fatal.
Cuando un toro hirió mortalmente a Ignacio Sánchez Mejías, Federico García Lorca roto de dolor explotó como un yacimiento de talento y amor y palabras y erigió un monumento que se alza por encima de la tauromaquia para fijarse en el olimpo de la cultura, sin embargo no hay metáfora, por grandiosa que sea, que merezca la sangre caliente de un hombre. Pero es que, además, Tomás no tendría hoy un Lorca que fijara en mármol la grandeza del héroe. Tendría que contentarse quizá con un Sabina, ingenioso y listo, con la mano larga para medir las sílabas, y tal vez no merezca la pena adelantar la cita con el barquero Caronte por tan corta moneda de plata poética.
Puede que me equivoque, pero a José Tomás no le aguarda ya mayor gloria en los ruedos que la que ha tenido. Ha dado mucho, ha dejado en el albero muestras de arte, de valor y de desgarro, pero los tiempos cambian y a otros diestros les toca hoy mostrar lo que llevan dentro. El público, además, es bronco, porque es lo que da la tierra, y a Tomás hace mucho que una España taurina, o parte de una España, lo tachó para siempre de su santoral, le colocó el cartel de “torero de los progres” y lo mandó al purgatorio, a la espera de que se lo cobre el infierno. Este país cainita y por tantas cosas miserable en que un tipo como el escritor Juan Manuel de Prada se permite despreciar el arte de Tomás para contraponerlo a Enrique Ponce, a quien considera el torero de la derecha, la familia y la gente bien, no merece que un hombre consagrado se juegue la vida todas las tardes, a corazón abierto. ¿Para qué? Que se sepa Lázaro resucitó solo una vez. Tomás no tiene porque desvivirse y morirse más que nadie. Por mí que no lo haga.
Juan Manuel de Prada es el mejor escritor.
Tienes toda la razón. A los toreros, como a los vinos, se les pasa el tiempo y se pasa su aroma y su sabor. Y Tomás ha sobrepasado ese límite que ya no le conduce a ninguna parte más que a dejarse la vida en el ruedo. Y morirse para desvivirse da mucho trabajo.
Un abrazo
Como dice Meg “una retirada a tiempo es una victoria”.pero no solo en los toreros y en los vinos, también en la política y el deporte.
Hace años Indurain nos ofreció una retirada cuando se encontraba en el cenit y con ello comenzó a forjar su leyenda, a la que ha renunciado por el dinero, ahora es actor de publicidad.
¿Cuál es el momento idóneo de la retirada? Para José Tomas, cuando no convierta un movimiento en poesía, en danza.
Para Antoñete, que es el rey de la retirada. Quien lo sabe
Para un deportista, cuando los de atrás le vienen apretando.
Para un político, que mas da, va a vivir de ello toda la vida, sin necesidad de anuncios.
Para los mortales, ni el gobierno sabe cuando me van a dejar retirarme.
¡Cómo he estado esta tarde en Las Ventas!
Dos orejas y salida por la Puerta Grande.
Tirado, hazme otro “Informe”.
¡Tiembla, Tomás!
El domingo de Feria, propiamente San Isidro el Labrador, cartel de Morante y Talavante, confirmando Zaldívar, y ya apuntó Talavante, a pies juntos lo anunció, y le faltó las manos al toro que le sobró al espada.
Norabuena maestro.
Adelante, Talavante, con tu buen talante!. Yo no entiendo de la belleza de los toros pero sí de los toreros, al igual que Armani. En cuanto a José Tomás, creo que sería justo si Dios por fin decide acogerle en su seno durante una corrida, dedicarle sus orejas y rabo a Ortega Cano (otro torero de raza).
En fin, Tirado, poco más puedo añadir. Ni la política ni los toros son, como puedes apreciar, mi fuerte. Os deseo, amigos blogueros, unas buenas corridas en San Isidro.