El lector arrepentido

La otra noche soñé que había incendiado una égloga de Garcilaso. El fuego carbonizó a dos pastorcillos, Salicio y Nemoroso, y ardieron decenas de hectáreas de endecasílabos. En el sueño, Gregorio Samsa era mi primo: un mal bicho. Antes de que el incendio estuviera sofocado, telefoneé a Juan Boscán y, junto a él, me personé […]