El hombre que descubrió a José Tomás

Antonio Corbacho

Antonio Corbacho

Conozco muy poco los adentros del mundo del toro, y lo que conozco e intuyo no me gusta: una golfemia sin lustre de tipos que guardan los fajos de billetes con una goma, una legión de periodistas más dados al fino, el jamón y las sevillanas que al trato con las metáforas. Por algo, un periodista  taurino tan excepcional como Joaquín Vidal no se juntaba con ellos, al punto de irse al hotel más distante del que frecuentaba la gente del toro, así la llaman. Me gustan los toros, lo que pasa en la plaza, lo que se destila en la crónica de los periódicos, lo que ha trascendido más lejos, hasta la literatura y la mitología. Me gustan los toros, claro que sí, y bastante menos los que bullen en su entorno. Pero de ellos, había hasta ayer uno que me gustaba hasta la admiración, al que no traté mucho, pero ante quien caí rendido a sus pies de seductor y sabio de las cosas de la vida. Hablo de Antonio Corbacho, que se ha ido a los 61 años. Corbacho era un sujeto muy raro, que chirriaba un poco en este contexto. Lo conocí en 2000, cuando tuve la oportunidad de hacer un reportaje en “Informe Semanal” sobre José Tomás, que era ya la figura más destacada de la fiesta, pero todavía no había alcanzado la categoría de leyenda. Compartí muchas horas con el torero, en Galapagar, en Estepona, en Barcelona y me fascinó su sencillez sin imposturas (tampoco a él le gustaban ni le gustan las “gentes del toro”), pero aun me impresionó más la personalidad de Corbacho, su apoderado, con su discurso sobre el torero como samurái, en un ritual de la muerte ajeno a la frivolidad y bañado en aguas profundas. Recuerdo que me dijo Antonio algo muy parecido a esto: “José Tomás sale cada tarde blanco como la cal a la plaza, y es lógico que sea así, porque él va convencido de que lo puede matar un toro y un hombre que sale a morir no está para risas”. El último tramo de aquel reportaje nos llevó a Barcelona. Hice el viaje desde Madrid con mi compañera realizadora, Pilar Larrea, y con  Anya Bartels-Suermondt, una fotógrafa alemana extraordinaria, no solo con la cámara, sino por el entusiasmo asombroso con que vive los toros, y como lo cuenta y lo vibra en ese español suyo tan encantador, a medio camino entre la guitarra flamenca y un ventilador de venta de carretera. Anya ha escrito en El Mundo un gran retrato de Corbacho.

Volví a coincidir con Antonio cuando saltó a la popularidad otro joven torero, Alejandro Talavante, que también traía detrás la marca del forjador de samuráis. Antonio se lo había llevado a su cortijo sevillano, en la ruta de oro de las ganaderías, y allí lo tenía viviendo como un monje, al que sucesivamente se le subía a la cabeza el afán de gloria y el semen destilado en su factoría de adolescente con permanente priapismo. Nos dijo Corbacho, a mi compañero Carlos Alonso y a mí, que algunas muchachas se acercaban al cortijo, ansiosas de mezclarse con el torero, pero el apoderado era inflexible y no lo dejaba ejercitarse en trance de amor hasta la postcorrida, ya en las horas dulces del hotel con muchas estrellas. Por aquel entonces, ahondé mi relación con Corbacho, quien me proporcionó dos entradas para ir a ver a Talavante a la feria de Córdoba. Fui con mi amigo Gabriel Campo (fue él quien me dio ayer la mala noticia) y vivimos una jornada memorable, porque en la memoria sigue, de trenes que se escapan, tormentas y toros, con un Talavante, que sí, pero no, aunque  nada tan sabroso como una pequeña sobremesa con Antonio Corbacho, destilador constante de metáforas, hombre que veía venir la vida y que estaba preparado para verla irse. Quiso ser torero y lo fue, pero no de los mejores, y con una carrera de escasa embestida, fue sobre todo maestro forjador de grandes matadores, legendario alguno, a los que insufló el gusto por la filosofía, la capacidad de sacrificio y heroísmo, el sentido de la amistad, el amor a la libertad, el desdén a muchas de las cosas que se compran con dinero y un inefable aprecio por las expresiones del espíritu. De alguna manera, Antonio, seguirás con nosotros. Ya para siempre. Qué pena no volver a escuchar tu castellano seco y sentencioso.

4 Responses to “El hombre que descubrió a José Tomás”

  1. Yo, que no os acompañé ni a Gabi ni a ti, aún veo vuestra carrera frenética para no perder el tren aquella tarde. Con tu texto me ha ocurrido lo mismo. Durante unas líneas he sentido conocer un poco a este hombre que perteneció a un mundo (el taurino) del que no sé nada.

  2. estimado juan antonio hablas de la gente del toro .yo hablo de las personas del toro es decir de los minotauros como yo que sienten tantoal toro como al torero somos nosotros los que de verdad amamos al toro y cumplimos en este laberinto del ruedo iberico junto con la plaza de nimes los que sentimos el cuerpo de la vida animal que habitamos tratando de salir de los espejos que reflejan nuestra alma, es decir nuestra cara por eso antonio corbacho tiene rostro de minotauro como ignacio sanchez mejia y por eso yo siento su muerte como la de un compadre .estas y no otras somos la gente del toro. Ten en cuenta la raiz de gen gen .genes y esto despue de creta lo hereda el pueblo español ,por eso los malos catalanes son antitaurinos ignorando su origen meditertaneo.vivs la gente del toro.

  3. No soy fans de los toros, pero respeto y apoyo a los que aman lo taurino y el mundo que los envuelve.
    No conocía personalmente a Corbacho, pero siempre “me quito el sombrero y lo que haga falta” por las personas que luchan por lo que creen y lo defienden con la fuerza que le permite la vida.

  4. Estuve con Corbacho tres horas, comiendo en Córdoba con Juan Antonio. Suficiente tiempo para advertir que estaba ante un hombre grande.
    Seguramente no enseñara a torear a José Tomás, pero le hizo torero.
    Lo de después del almuerzo…un despropósito de carreras y risas.

Discussion area - Dejar un comentario






He leído y acepto las condiciones generales y la política de privacidad


Información básica sobre protección de datos
Responsable: REVISTA REINADO SOCIAL 21RS (más info)
Finalidad: • Gestión de la adquisición del producto, suscripción o donativo, así como la tramitación de los mismos.
• Envío de comunicaciones relacionadas con el proceso de compra, las suscripciones o los donativos.
• Envío de comunicaciones y ofertas comerciales, por diferentes medios, incluidos los medios electrónicos (email, SMS, entre otros). (más info)
Legitimación: Ejecución de una compra online, suscripción o donativo. (más info)
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. (más info)
Derechos: Acceso, rectificación, supresión, cancelación, y oposición. En determinados casos derecho a la limitación del tratamiento de sus datos. (más info)
Información adicional: Puede consultar toda la información completa sobre protección de datos a través del siguiente enlace (más info)
Los enlaces de (más info)