De recuerdos, ruidos y otros alcoholes‏. Colaboración especial de Macaón.

 ¡Dadme de beber! Con champán y ostras obsequiaré mis agujereadas entrañas, champán y ostras para el sentimientolove in a boat constreñido. ¡Que suenen cantares melancólicos! y graznó el ganso. Dichosa lenta luna que lo descifra todo. ¿Qué mirada tiene el alcohol, la soledad y la noche que no sea la del mezquino recuerdo?

¡Dadme de beber y me mantendré altivo con sólo un pie! Es de noche en mi noche y la indiferencia del camaleón lampea por pasillos que ensanchan o estrechan, que porfían, se disfrazan de paraísos perdidos. ¿Por qué tengo que arrastrar lo que fui o no fui ayer? Memoria que borra y deforma lo borrado. El recuerdo de la alegría ya no es alegría y el recuerdo del dolor sigue siendo dolor. Los que cimientan su vida en el recuerdo viven demolidos, arrugados. Enculados recuerdos, insaciable pasado. El recuerdo es como una historia de nubes. Nostalgia del paraíso perdido aunque fuese un albañal. ¡Ay juventud de ratón alimentado! El recuerdo no es ninguna vida, acaso fuego frío, lágrima sin sal, reloj extraviado, agua seca. Nunca el pasado es lo que fue, sino lo que no fue. De cualquier forma siempre hay que dar una respuesta a la luna: el alcohol, dilecta amada, y las mentirosas certezas, el alcohol y los espejos del alma en esta noche travestida de jocosas sombras en relieve. ¡Dadme de beber alcohol de mendigo! Bienaventurados aquellos que flotan sobre ríos de vino y oyen la voz de lo que no se oye. Soslayé la medianoche hasta tenerla de frente, luego la acaricié como a un gato fino y quedé quieto y en silencio. Quietud y silencio, sólo el canto del grillo perfora la historia. Aún recuerdo todos los cantos de grillo de todos los estíos de mi vida, el grillo que cobija y consuela, el grillo que apura la memoria y educa el silencio. Hay que refinar el oído, un buen oído desarrolla la comprensión de lo que no se oye. Esta noche me muevo captando silencios sin luz. Lo mismo que hay silencios que son ruido, hay ruidos que son silencio, silenciosos ruidos creativos: mi lengua arañando tu lengua, el retenido suspiro, la gota de lluvia antes de romper, el abrazo de la calima, el caminar de la araña (el ululato de araña, orfeón de arañas, gritos de las brutales arañas arrebatando impulsos para sobrellevar el asombro), o la veloz sombra del milano. Sonidos de soledad, de supervivencia, de frío u olor o color. Tener capacidad para oír todos los ruidos-sonidos tristes, como el de tu  mirada cuando no mira. No hay nada en el mundo más poderoso que los sonidos de silencio ni aire más puro que el silencio inmóvil. El silencio que espesa y se hace adorno. Hay silencios que son música quemada. Oír  dormido, soñar silencios, pero con cuidado, en su totalidad no podemos fiarnos del silencio, nunca se sabe hasta donde llegará. ¿El silencio más allá del silencio será ruido? No estoy seguro, como tampoco estoy seguro si escuchar la muda voz es ruido. Supongo que sí.

 

12 Responses to “De recuerdos, ruidos y otros alcoholes‏. Colaboración especial de Macaón.”

  1. Escribir requiere consistencia interna y coherencia conceptual que impidan que el hecho se convierta en mera ristra de palabras. El interés literario está al servicio de un arte tejido en torno a la convulsión del ánimo del lector. No debe faltar el hilo conductor que desplace al lector hasta ese lugar donde se dan la mano el conocimiento y la emoción. Escribimos para informar: siempre es así. También, quien es un escritor consumado, lo hace, además, para emocionar, para abrirse camino hasta el alma del lector mediante el instrumento de la sonrisa o de las lágrimas. Los recuerdos, del tipo que fueren, deben estar residenciados en esta verdad previa a toda creación. Escribir, como recordar, es tanto como volver a vivir en el corazón las cosas que en el pasado se pasearon por nuestro corazón.

  2. Ha merecido la pena volver a entrar en el texto de Macaón porque ese regreso me ha permitido leer a Pancracio Celdrán. Me pedía el cuerpo dar un fuerte capón al prosista embarullado en su barullo pero sabía que no, que no debía, porque se me iría la mano, y porque en medio de ese barullo hay una sinceridad incontestable, una carne viva que estremece un poco. Se diría que las heridas le escuecen hasta el tormento, y eso me aconsejaba no echar demasiada sal. Y así andaba yo, ¿mas crueldad o menos? cuando aparecieron Pancracio Celdrán y su altura intelectual, su capacidad de criticar sin herir, su generosidad… Con esas palabritas tan sencillas, Pancracio me ha permitido reconocer y hasta perdonarme mi propio barullo.

  3. Me ha gustado el texto de Macaón porque me ha conmovido. Y contiene importantes hallazgos literarios. Por ejemplo: “El recuerdo de la alegría ya no es alegría y el recuerdo del dolor sigue siendo dolor”. O bien: “El recuerdo es como una historia de nubes”. El escrito de Macaón emociona, porque obliga a pensar, a bucear en uno mismo. Porque tiene algo de monólogo teatral de la época de las vanguardias. Es un escrito invertebrado, nada psicológico, que no pretente dar respuestas. Mucho lo tuyo, Macaón. Con un par.

  4. Estimado Señor Macaón:

    Yo estoy aquí de oyente, amiga de un amigo de otro amigo, etc. Los perfectos y perfectas de este lugar me dicen poco, y es una pena porque, como oyente que soy, tengo un oído muy fino y podían aprovecharlo mejor y decirme mucho más. Hay escritores que no saben que lo son, escritores que escriben por debajo del radar, escritores que no escriben sino ventosidades de gran impacto y escritores sordomudos, con los que me entiendo de maravilla por lo que he indicado más arriba. Escritor es el que escribe, y según está escribiendo una ristra de palabras o un epitafio le salen las tripas y las humos por las rendijas de las íes latinas, las jotas, etc., Le supuran los puntos y las comas, y hasta las comillas. Escriba Vd., entre cogorza y cogorza, o chuza, que le dicen unos amigos hipster. Escriba y póngase a los perfectos por Montera, y quien dice por Montera dice por Fuencarral, por Hortaleza, por Valverde… No sea pancracio y escriba. Sólo los que escriben lo hacen bien.

  5. Que lo de Macaón es mucho, Sr. Siles, no lo discute nadie. Mucho no, muchísimo. Luna, noche, nubes, aire, agua, frío, gotas de lluvia, calima… Con lo largas y tediosas que son las informaciones sobre el tiempo en los informativos, esta de Macaón resulta atractiva por su desorden, y porque en definitiva no acabamos sabiendo exactamente qué tiempo va a hacer. Ese puntito de suspense le vendría bien, ya digo, a la información meteorológica tradicional, que también parece obra de los hermanos Murciano.

    También hay muchos silencios, en singular y plural (yo he contado 16) y esas menciones imprescindibles a las que jamás renuncian los cursos acelerados de poesía: alma, soledad, recuerdos, suspiro, mirada, soñar… Los grandes escritores de boleros se las saben de memoria, pero hay que saberlas poner. Por eso, a lo mejor, si es que era un bolero, tampoco le ha salido muy bailable.

    Si sólo hubiera escrito “el recuerdo de la alegría ya no es alegría pero el recuerdo del dolor sigue siendo dolor” hubiera quedado como Dios.

  6. El escrito de Macaón gusta por el uso desmesurado y arbitrario de las palabras. Porque es una vanguardia inclasificable: Porque emociona. Porque oscila entre Alfred Jarry y José Mallorquí. Porque es Macaón. Dice Pancracio Celdrán que “escribir requiere consistencia interna y coherencia conceptual que impidan que el hecho se convierta en una mera ristra de palabras”. Esta definición resulta válida para los alumnos de Bachiller, pero no para un artículo literario o un libro. Porque la Literatura, muchas veces, consiste en “una mera ristra de palabras”. ¿Qué es el ‘Ulises’, de Joyce?. Una ristra de palabras en dos volúmenes de Literatura/Literatura. Hay quien incluso ha reducido la monumental obra de Umbral a “prosa sonajero”. Las vanguardias surgieron para romper la lógica del discurso literario. Las obras teatrales de Luis Matilla, Jerónimo López Mozo, García Pintado o Diego Salvador, herederos de las vanguardias europeas, carecen de estructura perceptible, de vertebración, de argumento lógico, pero alguna de ellas posee una fuerza sensacional. Hay quien acude al teatro a ver ‘La cantante calva’, de Ionesco, y una vez finalizada la representación se queda sentado en su butaca a la espera de que salga la cantante calva, que no ha aparecido en toda a función. El acompañante de esas personas podría mantener con ellas la siguiente conversación:
    -“¿Nos vamos?
    -No, no podemos.
    -¿Por qué?
    -Esperamos a Godot”.
    Eso ocurre con el escrito de Macaón. Que ni llega Godot ni hay cantante calva.
    (Por otra parte, Doña Perfecta. ¿De qué habla usted? ¿Quiénes son los hermanos Murciano? ¿Por qué cita usted en este post al autor del anterior, que ni está ni se le espera? ¿Es todo consecuencia del secuestro -supongo que atada- al que ha sido sometida? Permita trasladarle mi preocupación. Y decirle que, agarrado yo a su cintura, usted sí que sería capaz de bailar, y muy bien, el bolero con letra de Macaón)

  7. Le contestaría ahora mismo, Cebolla, pero se me están deshidratando las patatas y viene Godot a comer (hoy es el día de la Comunidad Valenciana y es festivo). Podría contestarle más tarde, pero como es festivo aquí voy a aprovechar para ir al Ikea de Murcia, que es donde estará probablemente metida toda la Comunidad Valenciana, porque en la calle no hay un alma. Una ristra de palabras, en todo caso, es como una ristra de ajos, lo mismo te permiten hacer un pil pil, que curar la reuma, que espantar vampiros. Puede que haya sido la segundo lo que intentaba Macaón, el curandero.

    Ah, ¿y qué es eso de robarle las citas y los comentarios brillantes a Siles? Lo de la cantante es suyo, que lo se yo.
    Como le he dicho, esto no es una respuesta sino una promo, unos segundillos robados a la caldereta. Me vuelvo a la cocina.

  8. Y dale son Siles… He querido decir Pancracio, Cebolla, Pan-cra-cio. Que le roba Vd. los destellos de talento a Pancracio, el del metro, que ya es crueldad.

  9. ¿Y el recuerdo, acaso no es silencio que hay que sacudir hasta que se convierta en un desaforado grito?. De socorro, de angustia…también ¿por qué no? de alegría de lo que se ha vivido, sufrido, espantado o enamorado. A mí el silencio de las olas del mar de esta zona de la Carihuela (Torremolinos) me llegan como un eco que unas veces me inspiran sosiego y otras me amenazan con la sombra de un tsunami. Añoro el silencio que no suena, los recuerdos que se vuelven tristes con el paso del tiempo. Añoro la memoria que Macaón mezcla con alcohol y con placeres etéreos, pero admiro cualquier cosa que utilice el silencio como forma de expresión y el mal sabor del recuerdo con la fiebre del porvenir. Siempre, apreciado Macaón, existe una razón cuando se mira de lejos. Añoramos lo vivido para no echarlo de menos.

  10. Doña Perfecta, yo tengo que decirle a usted que a mi, el señor Cebolla, no me ha robado, que la úniva vez que me robaron fue en Cuatro Caminos, a las siete de la mañana, cuando iba a comprar el ABC, y me quitaron la cartera y el reloj. No sé de dónde saca usted que a mi me ha robado el señor Cebolla, a quien no conozco pero con quien coincido en sus argumentos literarios. Efectivamente, como dice el señor Cebolla, el escrito de Macaón recuerda a Ulises, el personaje de Homero. Y no me intente usted involucrar con ninguna cantante calva, Doña Perfecta, que en mi vida sólo ha existido una mujer, mi Encarnita. Nada de cantantes calvas. Me refiero a calvicie de cabeza sin pelo, no a calvicie de chica Interviu, que uno también está con los tiempos. Y si usted ha ido al teatro a ver a Godot y no ha llegado Godot, pues márchese usted de la sala y no se quede esperando. Yo fui el otro día a ‘Los hombres siempre mienten’, para ver a Arturo Fernández, que casi es de mi generación -algo más joven-, y sí sale Arturo Fernández. A mí no me engañan como a usted. Y dice que se va a Murcia: será a ver a los hermanos murcianos, a los que se refería usted aquí el otro día sin ton ni son. El secuestro del que ha sido víctima la ha dejado muy confundida.

  11. ¿Insinúa Vd. que el Cebolla tiene argumentos literarios? Yo creo que el único argumento, no se si literario, es él en sí mismo, con su pequeña cabecita de lilíacea peluda, sus capas, su corazón húmedo y tiernecito y su capacidad de hacer llorar. A mi me cae bien, igual que los hermanos Murciano, Ionesco, Arturo Fernández y Vd. mismo. Hasta Macaón me cae bien. Desde que estoy secuestrada vivo en armonía y en total reconciliación con el mundo, especialmente con Estocolmo (mi secuestrador también me cae de cine, si bien lo suyo sería decir que me ha caído del cielo).

    Pero una cosa es que me caiga bien (Macaón) y otra su prosa desencuadernada y revuelta. Como garrafón rima con Macaón y el no se merece un pareado tan chusco, diré solo que la suya es prosa de grifo, aunque con grandes posibilidades de saber a gloria si se tira bien. Tírala otra vez, Mac.

    Me despido afectuosa (y atada)

  12. Tras la noche, el brillo de la luz. Vuelva usted, Macaón, donde solía.

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