Los otros Mandela. Una colaboración especial de MACAÓN
Veo, de soslayo o de frente, la recurrente televisión. Mandela ha muerto. Me fatiga, asquea, ver a todos los amos del universo (conocido) esforzándose por encontrar la enunciación contundente que defina al difunto. Cómo se nota que no creen lo que dicen. No resto ningún mérito al difunto. Pero esos méritos de los grandes de la historia (entre comillas), llámense Gandhi, Mandela, Teresa de Calcuta… son los méritos de la naturaleza, del carácter, de la genética. Ellos son lo que tenían que ser. El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve, su destino es esencialmente constante. De ellos es el cielo, o el infierno. Pero debajo o detrás de Mandela ha habido miles y miles de desposeídos, desnaturalizados negros, escasos de gracia humana, que por enfrentarse a la injusticia, a la humillación, a la inmoralidad, a la deconstrucción de lo humano, han sido torturados, mutilados, devorados por perros, quemados vivos… de los que nadie se acuerda y a los que nadie homenajea. Yo, más que a Mandela (hasta en la cárcel estaba rodeado de poder, de amigos, de dinero) reivindico a esos olvidados de los dioses y los hombres.
Lúcido,exacto, justísimo esta vez Macaón. Yo también reivindico a todos esos olvidados de los dioses y los hombres (con toda el alma) y reivindico de paso todas las palabras de Macaón. Los sustantivos, los verbos, los adjetivos, los adverbios y todos los signos de puntuación de esta colaboración suya en El País de Alicia. La mejor, con diferencia, de todas las que he tenido oportunidad de leer.
Me sorprende este silencio hondo sobre el oportuno comentario de Macaón. No sé a qué achacarlo. ¿O sí? Nuestra pasión por la unanimidad cuando de llevar a los altares a alguien se refiere es portentosa. Que conste que valoro la figura y la obra de Mandela, pero de ahí al papanatismo acrítico hay un largo camino: el de la sensatez. Todos estos entusiasmos me llevan, no sé exactamente por qué, a otro tema, el de la primavera árabe. La pasión con que lo recibimos, el fervor, la emoción. Sí, todo cargado de buenas intenciones, ¿y? Pues que y, que y en esas estamos. Macaón, gracias por suscitar el debate, aunque haya caído en el vacío. ¿O no?
Macaon no tiene quién le escrba.
Escribí a un amigo, cuando murió Mandela, diciéndole que íbamos a acabar de él hasta el último pelo, porque todos los figurones del siglo XX se nos habían ido, y con el que quedaba nos iban a dar la lata ad nauseam. Me equivoqué. Los medios han hablado-y mucho- de el, faltaría más, pero he tenido la impresión de que el siglo XX, con sus instantáneas de Cappa y sus guerras antiguas, nos importa cada vez menos. Se han quedado lejos, lejísimos, las películas que nos gustaban, las canciones que bailábamos, las bombas de napalm y la nariz mentirosa de Richard Nixon, un clásico de la política norteamericana (todos los presidentes, de Eisenhower acá, han tenido narices rojas y abotargadas como de haber pimplao). Ni siquiera el aniversario de Kennedy nos ha dado el juego que se esperaba, y eso que también él tenía a menudo cara de bolinga o de empalmao, o de ambos.
Macaón ha hecho unos comentarios inteligentes en plena campaña de Campofrío, con las eau de toilettes atufándonos los salones y el cadáver de Mandela flotando estas alturas más allá de Orión. Mala suerte. Así van las cosas; hasta el anuncio de la lotería empiea a oler ya inoportunamente rancio. Esto mismo que están ustedes leyendo, amigos de Alicia, se ha quedado ya viejísimo. Así van las cosas.
Soy del País de Alicia, de Pilar Perfecta y de Macaón, su profeta. De todos ustedes. Y también de Keiko, como Seitaridis.
Hay futuro, pero no está declarado.
¡Rayos! Yo declaro periódicamente a hacienda, como todos, los ingresos y gastos pasados ¿Hay que declarar también los futuros?
Hola, soy Anónimo.
Perdón.