JUEVES DE PRIMAVERA SIN SOL

UltimaCena_AutorJuanDeJuanes_DominioPublicoEl día ha salido gris, feo, de primavera sin brillo. Ayer, desde la ventana se veía un pedazo, un atisbo de la España vacía, vaciada por decreto, un escenario original, como de teatro del absurdo, con un sol espléndido y de vez en cuando una figura solitaria cruzando por la plaza de Olavide. Hoy es Jueves Santo y las playas deberían estar repletas de bañistas, si es que el sol luce por el levante, y en muchas ciudades, los tambores y cornetas, las saetas desde los balcones, pondrían temblor y compás a la belleza, serena o atormentada, barroca siempre de las procesiones. Pero, de pronto, el siglo se ha roto, el mundo se ha descompuesto, ha caído en derrota, alarma y miedo y todo lo que era evidente, lo que no necesitaba aclaración o rúbrica ha quedado entre un paréntesis que es un abismo. El segundo paréntesis, el que clausura el túnel, no se ve entre las hojas de un calendario en que el porvenir es un porllegar.

El día ha salido feo, como tantos días sin gracia, pero sería transitable y abrumador de gente y terrazas, sino fuera por esta ley seca que amenaza con averiarnos el ánimo. La calle es un territorio que solo es visible desde el balcón, y uno tiene miedo y desgana por pisarla, siendo uno ese tipo al que nunca se le iba a caer la casa encima por gustar y degustar tanto el paseo, la taberna, la librería, las cosas que están fuera y que uno llevaba dentro de su alma de flaneur. Los días han perdido el número, la semana es reversible, el reloj es un juguete sin oriente, olvidado en alguna habitación, arrinconado porque las horas vale tanto una como otra. Y de pronto nace el temor, el pálpito, la corazonada de que estamos quizá naciendo a una nueva vida, que la casa, nuestro hogar de clase media, bien acondicionado, es un sitio propicio para vivir y que cuando llegue el momento en que se nos permita salir, tal vez ya hayamos echado raíces y no precisemos del bullicio de las aceras y de bares con ruido de gente, camareros acelerados y suelos con cáscaras de gambas y conchas de mejillones.

“El ángel exterminador”, la joya surrealista de Luis Buñuel, la película en que un grupo de burgueses de México DF es invitado a una mansión para cenar. Los cocineros y sirvientes sienten un repentino deseo de salir y se marchan. Al terminar la cena, los invitados comprueban que por alguna razón inexplicable no pueden salir de la habitación, aunque aparentemente no hay nada que se lo impida. Y así van pasando los días hasta que los anfitriones y los invitados enferman, pierden los buenos modales burgueses y, convertidos en salvajes, acaban sumergidos en un caos, que es un lodazal. Extraña película, nacida en el ángulo absurdo de un maestro del cine. Explosión de creatividad que se queda en esbozo ante la imaginación desbordada de la Naturaleza, convertida en guionista genial y terrible.

El día ha salido gris, feo, de primavera sin brillo, un Jueves Santo que vale por un martes cualquiera. Confinados en el centro de nuestro mundo, tantos días después, pasados tan a prisa, hay que pensar un momento antes de concretar si estamos en marzo o en mayo, mientras la gente se muere por miles y el miedo no escampa y dentro de un rato las ventanas serán, una tarde más, el palco desde el que aplaudiremos a los actores invisibles de este drama. Tenía razón Eliot, sí, abril es, por ahora, el mes más cruel. Y así hasta que caiga el telón.

 

 

8 Responses to “JUEVES DE PRIMAVERA SIN SOL”

  1. Ayer noche, tuvo lugar la luna llena más luminosa y redonda de año, la que coincide -no por azar- con la Pascua Judía. Me sentí un personaje del Éxodo y desee que el Covid-19 pasara de largo sin detenerse en mi puerta (ni en la tuya, ni en la de nadie). Es una primavera, pero una primavera oscura, vacía de las alegrías a las que estábamos acostumbrados y aun de otras que habrían podido sorprendernos. No se sabe cuándo, saldremos a la calle y recordaremos que fuimos cautivos, no en Egipto (salvo los que allí viven), sino en nuestros hogares. La pregunta es si adoraremos de nuevo al becerro de oro o si habremos aprendido algo sobre la libertad.

  2. Me ha encantado esto: “Un jueves santo que vale por un martes cualquiera” (y todo el texto).

  3. Aquí seguimos vegetando de forma arqueada, pero parece que es suficiente para seguir viviendo. Aquí sigo respingado en mi sitial gótico compungido en la letargia. Sí, esto parece un absurdo buñueliano. Me chorrean las goteras del absurdo y algo habría que hacer para salvar lo poco sensato que me queda. No le veo el color al fuego donde quemo mis perplejidades. ¿Y las carcajadas dónde las escondemos? Seguramente en la dentadura postiza. No es mal sitio, lo malo que se despeguen en un velatorio. Parezco un labio levantado, pura vida de cisquero a media noche en un descampado. Entre el fantástico absurdo y la altruista nada me contorneo, me mezo, diría que me mareo, pero sería mentira, no me mareo, sólo mantengo la coyuntura de cara a lo por venir. Me viene a la memoria una conocida frase de Churchill, sería a mitad de la segunda gran guerra: “Esto no es el fin, ni siquiera el comienzo del principio del fin”. Pero ganó la guerra, dejando atrás más de 60 millones de muertos. ¿La ganaremos también nosotros? ¿Con cuántos muertos? Menos mal que no existe un Hitler ¿o sí?

  4. Buen texto de Tirado, muy en plan Tirado, del Tirado clásico, un texto con música dentro, como los mejores del autor. Una frase como estribillo: “El día ha salido gris, feo, de primavera sin brillo”. Y la cita de Elliot: “Abril es el mes más cruel”. Esa afirmación me conduce a recordar otra de Larra: “Odio el 24 de abril, porque ese día nací yo”. Eso dijo Larra. Yo también nací un 24 de abril. Y estamos, sí, en la pesadilla. Nunca me gustó ni la Literatura ni el cine de ciencia ficción –en el teatro se da poco o nada-. Y mucho menos me gusta esta triste realidad que se ha convertido en terrible ciencia ficción. Estos días he recordado una frase que en 2018 me dijo un viejo oftalmólogo de un hospital madrileño, a punto de jubilarse, que tenía ganas de hablar con los pacientes. Poco después de hacer el diagnóstico, espetó: “Mire usted, si algún día El de la Coleta (Pablo Iglesias) llega al Gobierno, este país no irá a la ruina, ni habrá ninguna revolución, y mucho menos una guerra. No, nada de eso. Lo que vendrá será el Apcalipsis, recuerde usted, el Apcalipsis”. Eso me dijo, y a continuación me recetó un colirio para el ojo derecho. Muy bueno lo tuyo, Tirado.

  5. Qué inmensa película aquella (la de Buñuel). Qué necesaria. Deberían ponerla una vez al mes, qué digo, una vez a la semana en la TV. Y ponerla en los colegios, en las universidades (allí la ví yo por primera vez), en las reuniones de padres de alumnos, en los hospitales, en los bares, cuando no haya fútbol, en las cúarteles, en las conventos, en las cárceles y hasta en la zona destinada a electrodomésticos de los Carrefour y Cía, donde, por cierto, sigue en los televisores, aunque pasen los años, el gol de Iniesta. La libertad está allí, al otro lado de la puerta. Pero nadie la quiere. Prefiere enfermar, e incluso morir. Qué jodío Buñuel, qué cosas se le ocurrían.

  6. Buena y elegante prosa, no exenta de lirismo, rica en citas. Si esto lo leyeras en la radio, la audiencia se derretiría.

  7. Vuelvo a esta que a ratos ha sido mi casa (muy buenos ratos he pasado aquí), y ahora leo con placer los textos desde mi otra casa, en la que como y duermo, en la que vivo. Macaón, Pilar Pineda, Siles, compañeros que fueron tantos años de este blog-tertulia tan admiramente conducido por Tirado. A Octavio Saldaña, no lo conocía, o no lo recordaba, debe ser un comentarista esporádico, pero me ha gustado mucho su aportación pascual. Seguimos viéndonos. Lamento mucho la muerte de los dos Pancracios. ¿De coronavirus, quizás?

  8. Siempre un placer leerte Juan Antonio y darte un abrazo.

    “Los hechos son los hechos” recuerdo que decía una experto terapeuta y creo que es verdad; de poco sirven las lamentaciones y la costumbre humana de estar en la queja continua, en el derrotismo, en la tendencia de ver el vaso casi vacío muchas veces.
    Sí el poeta T.S. Eliot en 1922 en su obra “la tierra baldía” escribió:

    “Abril es el mes más cruel: engendra
    lilas de la tierra muerta, mezcla
    recuerdos y anhelos, despierta
    inertes raíces con lluvias primaverales”.

    Pero yo me quedo y procuro desarrollar la filosofía del también poeta y premio nobel Rabindranath Tagore:

    “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
    Cualquier época es buena para desarrollar lo mejor de nosotros, para crear cosas positivas, para valorar la belleza de las flores en primavera, los colores ocres del otoño o la nieve del invierno, solo hay que pararse un poco a observar y a valorar.
    Hoy es domingo de resurrección, un buen día para renacer y resurgir, da igual que seas o no creyente.

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