ABRAZOS

Hay abrazos para enmudecer la nostalgia. Actúan cuando se abre la estación otoñal y oímos las hojas que yacen muertas y el marrón que pervirtió el verde de los inicios que se volaron termina por invadirnos con una aflicción tonta e ineficaz.

Hay abrazos rebeldes como aquel que asedia cuando escrutamos la nueva zafra y a pesar de la alegría exultante recuperamos solidarios las semillas que se marchitaron entre las piedras, porque queremos arrebatarle hasta el instante al abandono.

Hay abrazos tiernos que se deslizan con total confianza hacia ese intervalo de entusiasmos vacío, que nos hace llorar. Y aprietan, aprietan. Para que el hueco se haga onda.

Y abrazos enérgicos forzando la savia eclipsada por la luna que nos entupe las venas, para que nos agite los humores y nos haga resistir al desahogo, porque hay que seguir adelante como sea.

Hay abrazos de coraje, de osadía, de sensibilidad sin vergüenzas, de resistencias intactas, abrazos que nos devuelven la capacidad de mirar lo que aún nadie ha visto.

Pero no se abraza la indiferencia, ni la sordera, ni la ignorancia. Ni tu cabezonería egoísta, tu especialización superficial, tu espejo de bruja de bella durmiente. Ni tu creación de mundo mezquino y solitario. La algarabía falsa no se abraza.

Porque el abrazo tiene sentido para desenterrar. Una dicha condenada. Un arrebato utópico. Un amago de estreno. Un sueño vasto que aletargó en la tradición.

EL MILITANTE

Delgado y bajito. Tez morena y unos ojos absurdamente redondos y verdes, que cuando los abría con excitación parecía que le iban a saltar de la cara y provocarle una locura galopante. No hablaba en singular, siempre nosotros. Que si nosotros hemos hecho, que si nosotros pensamos, que si nosotros proponemos, que si nosotros sentimos… aunque fuese él solito el que se lo guisaba y comía. Parecía una especie de estrategia para ahuyentar al gran enemigo de los sueños populares: el yo. Cuando arribó en la ONG le acompañaban por lo menos dos o tres movimientos sociales. Los cargaba a todas partes con una fidelidad asustadora. Le asomaban guerreros por entre las orejas. No hubo forma, a algunos posesivos singulares y vanidosos de la organización les cayó mal desde el principio. Y le fueron disipando. Así se dispuso el militante a mirarlo todo con lentes de aumento. Destapó en poco tiempo unas mil contradicciones que definitivamente le impidieron querernos. Sin dulzura ya se sabe, se rompen los hilos sutiles que nos revelan y terminamos fluctuando desencontrados. A golpes de bastón y temporales, la militancia herida infectó el ánimo. No hubo forma, se declaró la exclusión y el destierro para todos. Perdimos el plural con un nosotros.

LUCHAS INEXCUSABLES

El ronco afanoso y constante de las máquinas encorraló el aire y el pensamiento de Víctor. No será más como antes. Al indio se le remueven  las  tripas  de  escuchar  tantas mentiras.  No  necesita  especialistas para  saber las  pésimas  consecuencias  de  este emprendimiento civilizado. La cascada se abate y  a Víctor  le atormentan los quejidos del espíritu del río, que agoniza con una mordaza de piedra en la boca. Puede incluso oír los crujidos de su pueblo secándose entre las hojas.

Si destruido el muro de las lamentaciones, si transgredida la tumba de Jesús, si derribada una importante catedral del mundo cristiano ¿cómo reaccionarían los blancos? –piensa para sus adentros… – y confirma con el mentón cabizbajo.

No hay espacio para argumentos, diálogos o negociaciones. Son trampas. En nombre del desarrollo occidental se esclaviza y mata el alma. Siempre ha sido así. El alma del indio, el alma del negro, el alma del agua, de la tierra, del viento.

Víctor desliza los dedos impregnados de urucúm por el rostro preparándose para la guerra. Se ajusta el arco y las flechas a la espalda, coge firme la borduna mientras piensa: “Los que se van extendiendo” no pueden ver. “Los que caminan contra el aire” se arrancan los ojos cuando crecen y propagan ciegos sus termiteros de cemento. De esta lucha no hay que huir.  Está en juego la vida. Todo está en juego.

Urucum: El Urucum (también conocido como “achiote”) es una especie sudamericana, muy apreciada por los indígenas del Amazonas, quienes untaban su piel con el producto obtenido del machacado de sus semillas, con fines ceremoniales y para defenderse.

Borduna: Lanza de madera

FELIZ 2011

No quería dejar de mandaros a todos mis mejores deseos para este nuevo año que está llegando sin freno.

Los últimos meses de 2010 los he dedicado a enfrentar fundamentalmente dos grandes desafíos. El primero conocer el Brasil amazónico, donde se debaten en campo abierto dos visiones de mundo: la desarrollista, del imparable crecimiento y consumo que ve en las aguas de los ríos: hidroeléctricas; en el suelo: el aumento de la producción de soja,  caña de azúcar o  ganado; en el aire la posibilidad de un nuevo mercado: el carbono. Distante, trasiega otra visión, la  de algunas minorías indígenas, que mantienen una relación humanizada  con los ríos, porque aseguran que están vivos y son hábitats naturales de diversos espíritus;  que mantienen una  relación familiar e integrada con los bosques porque les hablan y enseñan, porque les alimentan y curan.  Son personas que hoy intentan comprender porque hay que ponerle precio al aire, porque hay que devastar los recursos naturales. Minorías que reconocen la importancia del gobierno Lula, pero que no pueden dejar de oponerse a su política de aceleración del crecimiento que se está comiendo a bocados  los ríos, el suelo, el aire y a ellos.

Muy difícil lo tienen estos pueblos, los movimientos populares  y las organizaciones no gubernamentales que les apoyan, porque la fama internacional de Lula, el gran salto que Brasil ha dado (en capacidad de consumo que no en otras cosas como educación, protección al medio ambiente, salud, igualdad) está haciendo que tradicionales agencias de cooperación europeas reduzcan considerablemente sus apoyos.  Y veamos, es obvio que no habrá protección de la Amazonia sin la protección de sus poblaciones, que son las que hasta hoy han garantizado contra viento y marea su preservación. ¿Quién apoyará a estos grupos para enfrentar el combate?

Los titulares de los periódicos en Julio, en el estado donde vivo actualmente (Mato Grosso) lanzaban alarmados gritos de alerta: ¡FUEGO FUEGO! Fue así que el cielo, el aire, los días, las horas se nos fueron llenando de humo y de un calor seco y grotesco que nos encogía las cejas. Hasta finales de octubre sufrimos en la región las consecuencias de la ignorancia y la ganancia desproporcionada.  Quemarlo todo. La selva no sirve para nada. Hay que producir. No fue solamente en Mato Grosso, prácticamente todos los estados amazónicos fueron víctimas de esta violencia. Aeropuertos cerrados por causa del humo; en algunos hospitales infantiles aumentaron los problemas respiratorios de los niños hasta un 70%, además de la destrucción de miles y miles de hectáreas de florestas y bosques .Ha habido días en los que  no hemos visto el sol de tanto humareda. Parecíamos sobrevivientes de una catástrofe cinematográfica, con aquel  escenario gris y desanimado del  final de los tiempos.  Algunas personas eran de la opinión que  este descontrol se debía al año electoral.  Nadie va a tomar represalias, los políticos se jugaban las elecciones. Era el mercadeo de los votos.

Con el trabajo tuve la oportunidad de viajar varias veces al amazonas, donde algunas áreas hasta hace poco tremendamente fértiles y húmedas empiezan a sufrir sequías.  En el Estado de Mato Grosso tuve la oportunidad de estar con los indios Myky e Manoki, que se encuentran rodeados por las mono culturas de soja,  provocando una enorme contaminación de sus aguas y suelos por el abusivo y violento uso de agro tóxicos. Los pueblos indígenas que estoy conociendo se sienten totalmente indefensos. Porque lo están. Y con ellos igual de indefensos y aterrados están sus espíritus. Me decía un líder del pueblo Pareci: “¿qué le parecería al mundo de los blancos si decidieramos inundar Jerusalén para hacer una hidroeléctrica? Es lo que está haciendo con nuestros templos.”

Poco después, el resultado de una intensa campaña electoral. Marina Silva conseguía provocar un segundo turno en las elecciones  presidenciales. Se llevó casi el 20% de votos. O sea que el mensaje era claro. “Lula e Dilma, ojito con la cuestión ambiental”.  Después la victoria esperada de Dilma.

Además lo llenaron todo las noticias de la violencia en Río de Janeiro. La guerra declarada fue televisada diariamente con los medios de comunicación como un showbusiness, en la mismísima lógica que Bush en la guerra de Irak. Los buenos (la policía) y los malos (los narcos, de las favelas). El bien y el mal. Sólo que en esta historieta de Maricastaña omitieron informaciones tan importantes como el porcentaje de “malos” que hay en las fuerzas policiales; y la cantidad de “buenos” y “pobres” que hay entre los malos. Y llegamos a una situación bastante loca: ser fatalmente   desinformados por los medios de comunicación y atisbar la verdad a través de la una película que no tiene nada de ficción: Tropa de Elite 2, que espero veáis.

El segundo desafío al que me refería al principio, no  es otro que el haber conseguido terminar un pequeño libro que recoge algunas de las experiencias que he tenido desde que llegué a Brasil en el año 1989. La criatura se llama: “Travesía. Una experiencia de cooperación en Brasil”, y lo edita ppc.   Ha sido lanzado ahora en diciembre y espero que os guste.  Ha sido un viaje a través de la memoria y un ejercicio fantástico, en el que trato de compartir pedazos de historias que han marcado mi trayectoria en esta travesía intercontinental. Os dejo la referencia al final.

Y aquí estamos, como el turrón de todos los años, volviendo a casa por navidad y reencontrando familia y amigos en el frio madrileño, que realmente se agradece después del  bochornoso calor de estos últimos meses.   Me gustaría agradecer a todos los que trabajáis en la revista, vuestra dedicación y apoyo; a los compañeros y compañeras que escriben los blogs, sus palabras, que consigo leer de vez en cuando; y desearnos a todos, la fuerza y el entusiasmo necesarios para seguir viviendo como si ya fuésemos nuevos mundos que jamás abandonarán la mirada poética.

FELIZ 2011

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VICENTE CAÑAS

con los enawené

con los enawené

He sabido hace poco, que uno de los primeros colaboradores de la organización en la que trabajo actualmente fue un jesuita español, llamado Vicente Cañas, que llegó por aquí en los años 70. La trayectoria de este joven, según dicen, con excelente humor y energía, fue intensa y meteórica. Después de mucha expectativa le pidieron que trabajase como misionero y terminó realizando los primeros contactos con un pueblo indígena llamado Enawené Nawé.  Con ellos pasó 10 años de su vida, los últimos, ya que lo asesinarían los rufianes del lucro por defender los derechos de estas gentes. Hasta hoy nadie ha sido condenado, aunque todo apunte para la participación de madereros y de un delegado policial. Este hombre se fue transformando en enawené hasta ser uno de ellos.  Renació Kiwxí.

Kiwxí era un indio que en otra vida llegó a ser un peninsular de los bandos de Albacete. Un revoltoso y apasionado. Lo único que Kiwxí quería, cuando se llamaba Vicente, era ser torero. Hizo sus primeros pinitos en el arte del capote a escondidas de su padre, con una  confidente tierna que le escondía las travesuras, su hermana. Y le puso ímpetu, le puso garra, pero no sabía él que la vida es gira-mundo antes que cualquier otra cosa y al primer despiste, una vuelta de este carrusel le volteó la mirada. Vicente serenó la espada y abdicó de la “guerra” cuando le inició el buen dios en el arte de inclinarse para aupar pobres.  Vicente fue re-bautizado de Hermano en la orden jesuítica. Malabarista de cazuelas y especierías, servidor de curas, embarcó rumbo al nuevo continente.

Y allí vuelta a girar todo, de punta cabeza como dicen por aquí. El castellano torero, que había trocado el traje de luces por una sotana oscura, terminó deshilachando el disfraz, empezando por el alzacuellos, que dificulta mucho eso de inclinarse para aupar pobres. Y se quedó desnudo. Desnudo amó, desnudo escribió, desnudo cantó, desnudo luchó hasta que en otro vuelco, en la tribu hermosa desvistió el cuerpo.

BELO MONTE

Belo Monte debería ser una montaña bellísima. Pero no, no lo es. Este nombre representa  hoy para muchos  brasileños preocupados con el medio ambiente y la propia sobrevivencia,  caos y destrucción. Belo Monte pretende ser la 3º Hidroeléctrica mayor del mundo, después de la usina de Tres Gargantas (China) e Itaipu (Brasil/Paraguay). Hace parte del famoso Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) del gobierno. Y aunque este gobierno posea, como señala Leonardo Boff,  méritos innegables en la cuestión social, en la cuestión ambiental es de una inconsciencia y de un atraso alucinantes. El gobierno Lula aún vive dentro de una mentalidad para la cual la naturaleza es apenas una reserva de recursos para proyectos faraónicos (sigue Boff) dentro de un modelo de crecimiento ultrapasado. En plena crisis ambiental global en donde se recomiendan obras pequeñas, la valorización de matrices energéticas alternativas basadas en agua, viento, sol y biomasa (y Brasil tiene todo eso), nos confrontamos con este mega proyecto renaciendo de las cenizas. Porque fue en los años 70, en plena dictadura militar cuando se gestó. En 1989, la presión y movilización de los pueblos indígenas, el líder Raoni y  el cantor Sting del grupo The Police,  consiguieron su archivamiento.

Según especialistas este  proyecto es inviable financieramente ya que durante los tres o cuatro meses de sequía que la región sufre al año, únicamente producirá 10% de su potencial. El precio se estima entre 19 y 30 billones de reales (haced las cuestas; 1 euro está a 2,2 reales). Los brasileños  serán quienes terminen  pagando.

Inundarán 51.600 hectáreas de floresta y desviarán casi todo el flujo del río Xingu (hermosísimo afluente del amazonas con aproximadamente 1800 km de extensión). Este desvío dejará sin agua, sin peces ni transporte a las comunidades indígenas y tradicionales a lo largo de una extensión de 130 km. Es muy probable que las florestas tropicales de la región no sobrevivan a semejante cambio.

El impacto ambiental podemos resumirlo en la devastación de una parte de la floresta amazónica y la aniquilación del Xingu.

El impacto social será enorme. Por lo menos 20 mil personas tendrán que salir  obligatoriamente, aunque como manifiestan los líderes indígenas, no hay que pensar sólo en el local donde se quiere construir, sino en la destrucción de todo el entorno, porque otras empresas aparecerán, nuevos latifundios, invasiones de tierra, violencia, drogas, alcoholismo, etc.  Y ellos se preguntan: “para que más energía con tanta destrucción?”

Porque entonces se impone este proyecto? Quien gana con él? Naturalmente las grandes empresas. Actualmente todas ellas están  articuladas y encantadas con los miles de contratos que han ido surgiendo en todo el país gracias al PAC. Según el plano decenal de expansión de energía  del gobierno para 2017 se espera sumar a las 158 grandes hidroeléctricas del país, otras 71 entre las que se encuentra Belo Monte. Si a esto le sumamos las numerosas denuncias de super-facturas e irregularidades, os podéis imaginar en que se convierte este “crecer” desenfrenado. Cuando un gobierno, contra miles de voces, impone de forma tan autoritaria un proyecto que apenas beneficia a unos pocos, uno tiene que preguntarse el  por qué. El gobierno tiene prisa. Está en plena campaña electoral. No hay tiempo que perder con consultas, sentido crítico o participaciones. El gobierno no acepta la voz de su pueblo. Ya decidió.

El gobierno Lula se ha saltado a la torera la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP) que protege el derecho de autodeterminación de los pueblos incluyendo consulta previa e informada. Su compromiso con la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo que garantiza el derecho de los pueblos a la consulta libre, previa e informada frente a proyectos de desarrollo e infraestructura que generen impactos sobre sus vidas y subsistencia. Además viola la Constitución Federal Brasileña (1988) que garantiza el derecho de los pueblos indígenas de contestar la explotación de recursos hídricos en sus tierras.

Un estudio  realizado por WWF-Brasil publicado en 2007, (lo saco de la carta que 140 entidades internacionales enviaron a Lula repudiando el proyecto),  mostró que hasta 2020 podría reducir la demanda energética prevista en 40% por medio de inversiones en eficiencia energética. La energía economizada sería equivalente a 14 hidroeléctricas de Belo Monte y representaría una economía para el país de 33 billones.

“Belo Monte es técnicamente desaconsejable, exageradamente cara, ecológicamente desastrosa, socialmente perversa, perturbadora de la floresta Amazónica y una grave agresión al  sistema Tierra” declara Leonardo Boff.

El obispo don Erwin Krauther de la Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños (CNBB) ha declarado: “Lula entrará en la historia como el gran depredador del Amazonas y el sepulturero de los pueblos indígenas y ribereños del Xingú”.

Sería un error reducir el problema de Belo Monte a nivel local o regional. Vivimos en la globalidad. Todo nos afecta a todos. Las acciones de cada ciudadan@, cada ciudad, cada país tienen un efecto en nuestra propia vida cotidiana. Somos co-responsables.  La presión y apoyos extranjeros, como la que ha dado el director de la película Avatar a os pueblos del Xingú, ha despertado algunas voces bastante reaccionarias  de políticos y periodistas que invocan un nacionalismo ultrapasado. El Amazonas es nuestro, los indios son nuestros, que los gringos se vayan a cuidar de sus jardines.

Frente a todo esto nada más contundente, nada más  verdadero que la declaración  realizada por 62 líderes indígenas en la Carta de los Pueblos, publicada el 14 de abril del presente año, denunciando Belo Monte:

“Sólo cuando el hombre blanco destruya la floresta, mate todos los peces, mate todos los animales y acabe con todos los ríos, percibirá que nadie come dinero”

La vuelta

Han pasado casi seis meses desde la última vez que escribí en este blog. Dejé a medio andar mis impresiones navideñas en Madrid que ahora parecen irrelevantes. Hago una rápida retrospectiva y  me viene a la cabeza el arrasador terremoto de Haiti que movilizó el mundo; el solariego  carnaval  en Río de Janeiro con sus mil cartelitos de “prohibido orinar en la calle” que a más de uno le costó una multa, o detención por resistencia a la autoridad, o lo que es peor, una fuerte contención urinaria. Poco después la Laguna Rodrigo de Freitas que ampara unos de los barrios más bellos y nobles de Río, nos sorprendió escupiéndonos a la cara toneladas de peces muertos que deambularon fantasmalmente durante días entre los millonarios edificios impregnándolos con su olor fétido. Por si eso no bastase llegaron las lluvias imparables, como hacía mucho que no se veían, confinándonos en casas oscuras. Como fue importante en ese momento rescatar el pequeño radio a pilas. Un balance siniestro de víctimas y destierros. Y las conversaciones abrieron espacio prioritario para el cambio climático, el fin del mundo, etc. etc. En fin, una vez más me quedo con la sensación de que mi memoria histórica se la debo en buena medida a los noticiarios.

Pero os cuento que ya no más escribo desde la rutina urbana y carioca de Río de Janeiro. Hace un mes recogí mis pertrechos y puse rumbo a tierras pre-amazónicas donde se traba a cielo abierto uno de los mayores conflictos actuales: el crecimiento imparable de un sistema ansioso e insaciable y  la destrucción inevitable de la naturaleza y los seres que la habitan. Seres estos que no son apenas humanos. Las florestas están llenas de espíritus y almas como nos cuentan los indios y ribereños.

ENpiezo pues esta nueva trayectoria en una ciudad muy caliente y seca, Cuiabá, capital de un Estado (Mato Grosso) que se ha hecho famoso por la producción de soja en gran escala y consecuentemente la destrucción de sus bosques y ríos. Actualmente, y quien ha visto Avatar puede entender bien de lo que estoy hablando, el líder indígena Raoni, con ayuda de Sting (The Police) y el director de la película Cameron,  lanza un grito de guerra por causa de una mega hidroeléctrica, Belo Monte. El gobierno Lula la  impone sin contemplaciones. Belo Monte está siendo llamada en los bastidores de Bello Monstruo y todos aquellos que alertan de los peligros, son enemigos del Estado, ignorantes o gringos queriendo apoderarse de los recursos brasileños. Pero Belo Monte merece un capítulo a parte que contaré otro día.

La noche ha caído, el calor no. Russo (perro viejo y sagrado) y Roma (una cachorra loca y juvenil) están adormecidos a mis pies. Los variados pájaros que transitan esta casa se han recogido también y quien imagino, va a comenzar a espiar osadamente los rincones del patio es un ratón viciado en comida canina. Tortugas grande, medianas y pequeñas llamadas jabutis, mueven las hojas secas en la oscuridad buscando resto de mangos caídos. No hay cerca en esta casa donde habito que no pueda ser transgredida con facilidad. En el centro de la capital urbana, el pequeño terreno resiste con su pedazo de naturaleza. Y yo me encuentro en él.

EL INDIO AISLADO

Rondonia es un estado de Brasil…

Si existiera una justicia justa… aislado no sería un indio que hace agujeros.

Era demasiado joven para soportar la visión del infierno que la vida le tenía preparada. Pero aguantó. No pudo mirar atrás. Sabían bien que cuando los hombres civilizados  se aproximasen con sus armas de escupir fuego, había que salir corriendo y convocar entre jadeo y jadeo al espíritu de las sombras. El único capaz de volverles invisibles.

Posiblemente, días antes, la luna les habría sorprendido con un anaranjado extraño de malos augurios. Y habrían pasado la noche entre rituales y danzas. Para apaciguar el miedo. Estaban cansados.

Los hombres civilizados aparecieron en jauría, con sus perros domesticados para el ataque. Las araras lo gritaron locas. Aquí vienen! corred!, corred!, volad! No les dio mucho tiempo, aunque lo intentaron. Los mataron a todos. Menos a uno. El indio tribu se quedó solo entre muertos. El indio pueblo se tornó aislado.

Vagó las noches y los días por treinta años, construyendo sus chozas  de tierra y paja, escarbando en todas ellas un agujero de 1 metro de longitud y 3 de profundidad. Una cama. Una tumba. Por treinta años conversó con los espíritus, lloró su nostalgia en las márgenes del río, en una región que el hombre civilizado rasgó en el mapa y llamó: “Tierra indígena Tanaru”. Por treinta años vistió la transparencia del aliento de la floresta. Y no le vieron, no le encontraron. Invisible, sobrevivía.

Nos llegó la noticia esta semana. El Indio del agujero, como es conocido, o el indio aislado, si prefieren, único superviviente de un pueblo, puede haber sido herido de bala por alguno de los seis terratenientes que intenta a toda costa robar la tierra indígena Tanaru para poner más ganado. No que quieran robar, su religión cristiana les prohíbe. Quieren producir más para contribuir mejor con la nación. Nación ésta que aspira a ser potencia mundial de alguna cosa. Como todas. Estos hombres hacendados, civilizados, aprecian el sabor de una buena cazada. Imagino yo que igual lo disfrutaron sus padres, abuelos y tatarabuelos. Los colonizadores. El sabor de la aventura y de la determinación. Cercada la pieza, se dispara.

El indio aislado está hace medio siglo enredándose en las ramas de un bosque quejoso que se resiente de hambre y de sed. Se publican cada dos o tres años decretos para protegerle. A él y al bosque. Al bosque y a él. Pero está llegando el tiempo…

Se lo han dicho las hojas con sus siseos. Lo han dibujado los rayos entre las nubes. Lo ha visto en la ausencia de huellas. En el grito angustiado del primate. En el agotamiento precoz de las mariposas. Está llegando el tiempo de la ceguera.  Del error.

Se habrá muerto el indio aislado?   nos preguntamos.

Quedaremos inexorablemente solos sin él.

Pequeña historia inspirada en un artículo que me llegó hoy sobre el intento de asesinato de un indio aislado (que se calcula tenga actualmente cincuenta años), único sobreviviente de su tribu después de que ésta fuese exterminada en los años 70 por terratenientes y productores de ganado que aspiran  a ocupar las tierras .

HENRIQUE EL PEREGRINO

Cuando le conocí los dos rondábamos los treinta años. Yo había llegado al suburbio de Salvador de Bahía para pasar unos días con Bernadette e Lucas, laicos consagrados de la comunidad Bethania, que dedicaban la vida a la asistencia de los más pobre.

Una casa sencillísima en ese calor tropical aplastante le había robado terreno al suelo pantanoso. Al lado, una capilla construida con barro, que inexplicablemente sigue en pié a pesar de la inestabilidad del  terreno  en  el que echó raíces.

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HOMENAJE A PEDRO CASALDÁLIGA “CON LA FUERZA SUBVERSIVA DEL EVANGELIO”

El día 11 de noviembre, la Cámara de Diputados Brasileña realizó un homenaje para el Obispo Benemérito de São Felix de Araguaia (MT), Don Pedro Casaldáliga. Pedro que cuenta con 81 años y convive hace tiempo con el “hermano Parkinson”, como él suele decir. Por indicación del partido político PSOL (disidencia del Partido de los Trabajadores de Lula), recibió La Medalla Del Mérito Legislativo, que desde 1983 homenajea ciudadanos, entidades, campañas, programas o movimientos sociales que ayudan a promover el desarrollo del País. Chico Alencar (diputado cristiano y carioca) realizó un pronunciamiento en el cual transcribió un texto de Júlio Saraiva a “Pedro Casaldáliga, El Obispo Rojo y el Poeta de Araguaia”.

Traduzco para vosotros:

Pedro es piedra, pequeña pero sólida. Sobre ella se irguió la comunidad eclesial de São felix de Araguaia, en Mato Grosso, en el Brasil profundo.

“El conductor del autobús no entendió el portugués confuso del hombrecillo delgado, pantalón viejo, camisa blanca y sandalias de cuero. Aparcó el vehículo en un lado de la carretera para que el hombrecillo bajase. Y después se fue. El hombrecillo sólo quería orinar. El conductor no le entendió y le dejó, ya de noche, en la oscuridad del camino.

Este fue un episodio que le pasó a Pedro Casaldáliga, misionero claretiano (de la Congregación fundada por Santo Antonio María Claret) que había acabado de ser consagrado como obispo de la miserable región de São félix de Araguaia, hasta hoy conturbada con sangrientas luchas por la disputa de tierras. En la época, finales de los setenta, la situación era aún peor; los órganos represivos del gobierno militar, instalado en Brasil en 1964, descubrieron que en aquella región se estaba articulando la lucha armada contra la dictadura.

Esa noche, Pedro Casaldáliga pidió abrigo en la casa de un campesino que aún no le conocía. Al decirle que era obispo, el campesino antes de acogerle sonrió y le dijo, viéndole con aquella ropa: “si usted es obispo, yo soy papa! pero puede entrar”.

Pedro se unió a la lucha del pueblo sencillo y masacrado. Tuvo su extradición solicitada por los terratenientes. Recibió advertencias del Vaticano, que fingió no entender. Fue jurado de muerte diversas veces. El ritual de su consagración episcopal fue diferente de los otros. Dispensó todas las pompas. No se tumbó en una alfombra roja, sino en una estera de mimbre, a orillas del Río Araguaia. En lugar de mitra, usó el sombrero de paja de los pescadores. En lugar del cayado episcopal, un par de remos. El anillo fue enviado a su madre en España y trocado por una modesta alianza de cáscara de coco, el anillo de tucum. ¿Palacio…? Como Palacio monseñor optó por una casita idéntica a las del pueblo local. Escribió un diario, varios poemas y es co-autor, con Pedro Tierra, del texto de la Misa de los Quilombos, musicada por el compositor Milton Nascimento. De Pedro registro finalmente una de sus muchas palabras poéticas, llenas de vida plena:

“ Con un callo por anillo,
Monseñor cortaba arroz.
¿Monseñor “martillo y hoz”?

Me llamarán subversivo.
Y yo les diré: lo soy.
Por mi pueblo en lucha, vivo.
Con mi pueblo en marcha, voy.

Tengo fe de guerrillero
Y amor de revolución.
Y entre Evangelio y canción
Sufro y digo lo que quiero.
Si escandalizo, primero
Quemé el propio corazón
Al fuego de esta Pasión,
Cruz de su mismo Madero.

Incito a la subversión
Contra el Poder y el Dinero.
Quiero subvertir la Ley
Que pervierte al Pueblo en grey
Y al gobierno en carnicero.
(Mi pastor se hizo Cordero.
Servidor se hizo mi Rey.)

Creo en la Internacional
De las frentes levantadas,
De la voz de igual a igual
Y las manos enlazadas…

Y llamo al Orden del mal,
Y al progreso de mentira.
Tengo menos Paz que ira.
Tengo más amor que paz.

…Creo en la hoz y el haz
De estas espigas caídas:
Una Muerte y tantas vidas!
¡Creo en esta hoz que avanza
-bajo el sol sin disfraz
Y en la común Esperanza-
Tan encurvada y tenaz!