La verdadera Reconciliación
Entendemos por “reconciliación”, aquella actitud por la que las personas se olvidan de sus diferencias, se superan las enemistades, se perdonan las ofensas, se destierra la revancha…; siempre que se vence el mal, con el bien. Es una definición más bien descriptiva, que nos sirve como fondo para la pequeña-grande historia que voy a contar sucintamente, y que a mí me tocó la sensibilidad cuando me la contaron.
Tenemos que remontarnos a los años de nuestra guerra civil. El transcurso del tiempo no rebaja el valor de ejemplaridad de los hechos. Por otra parte, estos hechos siguen estando presentes en mi recuerdo, juntamente con mi más grande admiración por la protagonista de estos hechos.
Ocurrió en un pueblo bastante grande de la provincia de Badajoz. El esposo y padre de una familia de la localidad, de buena posición económica y social, debido a su profesión, fue acusado, por envidia y venganza, de ser persona de extrema derecha. Y fue fusilado sin previo juicio, como era desgraciadamente corriente en aquellos días; y algunos años más tarde, por la razón contraria.
Por caprichos del destino o de la mala fortuna, la familia acusadora y causante de la muerte de aquel honrado padre de familia, quedó en una situación muy precaria económicamente, hasta llegar a la más estricta pobreza, y teniendo que sustentar a varios hijos pequeños.
La esposa y viuda del fusilado, que gozaba de una situación bien desahogada por regentar una farmacia de su propiedad, supo de aquella situación. Y con una ejemplar grandeza de alma, hizo llegar durante un largo tiempo, a través de un banco, y sin que nadie pudiese saber quién era la bienhechora, una cantidad de dinero suficiente para que aquella familia no pasara hambre. Al cabo del tiempo (más de un año) la situación de aquella familia cambió para bien, y dejaron de recibir aquel dinero anónimo, del que nunca supieron su procedencia.
A eso lo llamo yo “reconciliación” de la buena; la que nace del interior y no humilla al beneficiario. Supo seguir el mandato del Señor: ”que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda”.
Esta pequeña-gran historia la supe de labios de uno de los hijos del padre fusilado, compañero y amigo mío.
En estos tiempos en que tan pujante está lo de la “memoria histórica”, y sus reivindicaciones, no está de más traer otras historia a la memoria; las pequeñas historias de reconciliación.
He aquí, el perdón.
Lo máximo en la criatura, lo único requerido, potente, definitivo, concedido. Dios nos mostró el perdón a los que nos agravian y nos devolvió la justicia.
Al perdonar fracasan todas las susurrantes recompensas del mal.
The information is very special, I will have to follow you, the information you bring is very real, reflecting correctly and objectively, it is very useful for society to grow together.