Corazones en red

Continuando con los signos del Bautismo, daremos paso, hoy, al signo del Agua y al signo de la Luz. Ambos son signos fuertes que significan y comprometen.

El signo del agua: Es, sin duda el más llamativo, y al único que la gente hace referencia; de hecho hay muchos que dicen:”vamos a echar el agua al niño”. Cuando se les pregunta a los padres si saben cuál es el significado del agua, suelen contestar que es para “limpiar”. Tal vez sean reminiscencias de la antigua idea que se tenía sobre el “pecado original”, que se  borraba o limpiaba por el bautismo. Una sana y acertada explicación sobre el pecado llamado original, tira por tierra el sentido de limpieza como signo del agua en el bautismo.

El agua, en general,  habla de vida. Donde hay agua hay vida (plantas, vegetación, la misma vida humana…) Pero al mismo tiempo es signo de muerte y destrucción (baste recordar las grandes inundaciones, sunamis, etc)   De ahí le viene el signo en el sacramento del bautismo. Por el bautismo entramos en esa doble dinámica de muerte y vida. Nos configuramos con la muerte y resurrección de Cristo. El cristiano debe estar siempre “muriendo” a lo que no es bueno, y resucitando a la vida de todo lo positivo según Dios. Por eso en los baptisterios antiguos había una escalerita por la que bajaba el bautizando, se introducía totalmente en una piscinita, tenía la experiencia de muerte, y subía con una túnica blanca por otra escalera, con la vida recién estrenada del bautizado.

Está claro que el agua sola no tiene ese poder, sino que el Espíritu Santo, con su gracia, le da ese  poder; por eso se dicen las palabras: “por el agua y el Espíritu Santo”.

El agua se puede usar de formas distintas. Por aspersión, por infusión y por inmersión. Con las dos primeras maneras se pierde en gran parte la fuerza del signo, porque nadie tiene experiencia de muerte por recibir unas gotitas o un chorrito de agua en la cabeza. Adquiere su razón de signo, cuando se emplea el tercer modo (inmersión). Desgraciadamente las iglesias no están preparadas para llevarlo a cabo. Pero así eran los antiguos baptisterios y así se está haciendo en muchas iglesias de nueva construcción.

El signo de la luz: La luz del Resucitado preside el sacramento, simbolizado en el cirio pascual. Cirio bendecido en la vigilia pascual, en la liturgia de la noche de resurrección del Señor. Se entrega una vela a alguno de la familia del bautizando (padre, padrino, etc) que la enciende en el cirio pascual, mientras el ministro del sacramento dice:”Recibid la luz de Cristo”. Y añade:”A vosotros, padres y padrinos, se os confía acrecentar esta luz. Que vuestro hijo, iluminado por Cristo, camine como hijo de la luz. Y perseverando en la fe, pueda salir con todos los santos al encuentro del Señor”. Es también uno de los signos fuertes, porque indica el entronque del bautizado con Cristo. Y al mismo tiempo recuerda a los padres el compromiso de acrecentar esa relación.

                                                                                                                    Félix González

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