Una fidelidad que sea creativa

creatividadHoy día se habla mucho de fidelidad, de ser fiel a…  Pero, a veces, esa fidelidad o ese ser fiel se entienden mal, y se convierten en un conservadurismo inoperante, no creativo, y, por lo tanto, un autoengaño  pernicioso. No pocas veces se ha juzgado a los “innovadores” (a los creativos) como gente poco fiel a la tradición. Y no hay mayor infidelidad que no querer hacer avanzar la historia. Todos los “reformadores” han tenido dificultades e incomprensiones por ser creativos al mismo tiempo que fieles.

Ser fiel significa mantener lo esencial, lo nuclear, lo que pervive a través del tiempo y sus cambios. Pero ser “creativo” hace que esa fidelidad no sea una simple copia del ayer, para tiempos distintos, y nuevas  culturas.

Hacer lo que siempre se ha hecho, sin cambiar un ápice, hacer inamovibles ciertas  normas, no exponer nada para mejorar, para adaptar, es considerado, por algunas personas o instituciones, como un mérito, como la mayor de las fidelidades.

En realidad, creo que es la mayor de las equivocaciones, porque la vida y la historia es algo vivo, no anclado en el pasado, en la añoranza enfermiza, en el continuismo de la inercia, en la ley del menor esfuerzo. Y cuando se trata de la fidelidad en la Iglesia, además de ser todo eso, es además muestras de una desconfianza en el Espíritu, que es vida, que es creador de lo nuevo. Ya lo dice el Evangelio: “a vino nuevo, odres nuevos”.

La fórmula ideal, no siempre fácil, es la de la “fidelidad creativa”. Abrir caminos, roturar nuevos campos para la siembra, crear nuevos cauces para que el mensaje llegue al hombre y a la cultura de cada tiempo, de cada época, de cada lugar. “No se puede echar vino nuevo en odres viejos”. No se puede evangelizar con los mismos métodos y las mismas fórmulas de tiempos pasados. Me gusta recordar los versos de un himno que se reza en los Laudes del Oficio Divino:

                                          “Pusiste una herramienta en nuestras manos ,  

                                               y nos dijiste: es tiempo de crear”                           

Ser creativos es, con  frecuencia, expuesto y duro. Hay que “hacerse judío con el judío y griego con los griegos… para ganarlos a todos”. El progreso en la sociedad es ley de vida, para no quedar anquilosado en el pasado. El Evangelio es siempre el mismo, pero necesita nuevos moldes. En la Iglesia se necesitan nuevas primaveras que ofrezcan brotes verdes de esperanza, para que nadie pierda esa esperanza. Se dice que la esperanza es lo último que se pierde. Pero cuando se llega a perder, es la muerte; porque mueren las ilusiones, se apaga la alegría de vivir, se anestesia el futuro, y el progreso se estanca. Dios es creador y creativo. Jesús fue creativo en su predicación, en su enseñanza, en su comportamiento; nadie hasta entonces había pensado, dicho y hecho  lo que él hizo, dijo y pensó. “Os han dicho… pero yo os digo…”

                                                                                                        Félix González

 

2 Responses to “Una fidelidad que sea creativa”

  1. Félix, ¡qué buen artículo! ¡Cuántas puertas sabes abrir a la esperanza!
    En esta ocasión apuestas en serio por los ‘odres nuevos’.
    Porque estamos maravillados por el mensaje del Evangelio: ‘vino nuevo’, damos por hecho que la realidad quedará transformada; pero los”odres nuevos’, son los que ciertamente escasean.
    ¿Cuando seré yo odre nuevo?
    En tanto en cuanto soy capaz de dejar al Espíritu tomar el control. Soy odre nuevo mientras estoy modificando mi cerrazón en la ¿verdad?; o cuando se taponan las salidas y crezco un palmo y puedo ver más trecho para seguir andando; o cuando se me desmonta la confianza y tengo que encontrar una más honda y real, que la que me sigue el juego…ahí está creando el Espíritu, muchas veces en las más polvorientas ruinas.
    No tenemos que llorar, y también me refiero a la Iglesia, que los odres viejos revienten; lo importante es el vino nuevo y estar abiertos a ser recipiente.

  2. Querida Susana: estoy seguro que eres “odre nuevo”. Lo importante es que no envejezcanlos odres; lo que tiene que envejecer es el vino, para que coja grados y bouquet.
    Ojalá toda la iglesia y cada uno de los hombres seamos esos odres capaces de acoger el vino nuevo del evangelio. Hay muchos que lo consiguen; unámonos a ellos.

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