Corazones en red

Había prometido, por insinuación de Bueno Mártir, ampliar un poco las afirmaciones que hacía al final del post que llevaba por título: “Ni tres, ni Reyes… y sin nombre”.

Y las palabras finales eran estas: “Mateo, nos invita, hoy, a dos cosas principalmente:

• A ser permanentes buscadores de Dios
• A ser “epifanías” de Jesucristo en nuestros ambientes”.

A Dios hay que buscarlo, porque no siempre está visible, aunque esté presente. Y porque él quiere ser encontrado. Pero hay que buscarlo en el lugar oportuno; allí donde está. No podemos buscarlo en lo torcido, en el mal, en lo negativo, en la comodidad, en el egoísmo, porque ahí nunca estará. Recordemos aquello que cuenta Anthony de Mello en “El canto del pájaro”: uno que buscaba su llave debajo de una farola, y al preguntarle si verdaderamente estaba seguro de que era allí donde la había perdido, contestó: “No, pero aquí hay más luz”. Por eso digo que para encontrar a Dios, hay que buscarlo en el lugar apropiado: la oración, la caridad, la misericordia, el perdón…Ahí se le encuentra seguro y sin dificultad. En otras partes o circunstancias no es tan fácil.

En cuanto a ser “epifanía” de Dios en nuestro ambiente, equivale a ser testigos de ese Dios que ha querido “darse a conocer” a los hombres. Ese es el deseo de Dios; y sin embargo muchos no lo conocen, o lo conocen mal. Y Dios nos necesita. Dios necesita de los hombres, porque los hombres necesitamos de Dios. Pero quiere contar con nosotros en esas “epifanías”, en ese darse a conocer.

 La oración siguiente lo dice muy bien:

“Dios, no tienes manos. Tienes sólo nuestras manos para construir un mundo donde habite la justicia. Dios, no tienes pies. Tienes sólo nuestros pies para poner en marcha la libertad y el amor. Dios, no tienes labios. Tienes sólo nuestros labios para anunciar la Buena Noticia a los pobres. Dios, no tienes medios. Tienes sólo nuestra acción para lograr que todos los hombres sean hermanos. Dios, nosotros somos tu Evangelio, el único Evangelio que la gente puede leer, si nuestras vidas son obras y palabras eficaces”.

Ser testigo o dar testimonio es tomar la responsabilidad que nos corresponde, y comenzar a actuar. Que Dios quiera necesitarnos, es el mayor honor para nosotros, y la mayor prueba de humildad por parte de Él. El Todopoderoso se hace limitado para darnos a nosotros la oportunidad de “echarle una mano”.

Nuestra palabra, nuestra conducta, puede y debe llevar a otros a descubrir al Dios de la verdad, el Dios del perdón, el Dios del amor. La gente necesita puntos de referencia (personas y actitudes) para descubrir al verdadero Dios, al Dios de Jesucristo. Hay demasiadas cosas y comportamientos que ocultan a Dios, o que le desfiguran; y hay que contrarrestar lo negativo, viviendo los valores del Reino, que son los que nos llevan al Dios Padre, al Dios del amor, de la justicia, de la esperanza, de la compasión y del perdón.

Como decía al principio, el texto de Mateo sobre la Epifanía, nos invita a buscar constantemente a Dios, y a hacerle presente en nuestros ambientes.

                                                                                                            Félix González

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