Corazones en red

San Pablo les hace esta recomendación a los cristianos de la ciudad de Corinto. Había hermanos que pasaban necesidad, y por eso escribe a la Comunidad para recordarles la necesidad de compartir. Pero no de cualquier manera. Les dice: “Hermanos: Tengan esto presente: el que siembra con miseria, miseria cosecha; el que siembra generosamente, generosamente cosecha. Que cada uno dé según su conciencia, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al que da con alegría” (II Cor. 9, 6-7).

La Palabra de Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, es constante en recordar la necesidad de sentir con el necesitado, de ayudar a los que lo necesitan. Recordemos algunas citas:

• “ Dios ama al que da con alegría” (Salmo 91)
• /”Darás con generosidad y no te dolerá el corazón cuando des, ya que el SEÑOR tu Dios te bendecirá por esto en todo tu trabajo y en todo lo que emprendas” (Deuteronomio 15:10).
• “Entonces el pueblo se alegró porque habían compartido voluntariamente, porque de todo corazón hicieron su ofrenda” (1 Crónicas 29:9).
• “El alma generosa será prospera, y el que riega será también regado”. (Proverbios 11:25).
•  “El que exhorta, en la exhortación; el que da, con generosidad, el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría” (Romanos 12:8)

Podríamos multiplicar las citas, pero como dice el refrán “para muestra, basta un botón”.

Excepto aquellos a los que la crisis afecta de manera brutal y decisiva, los demás, a pesar de la crisis generalizada, ¡hay que ver lo que gastamos sin necesidad! Cine, bares, pequeños caprichos… Y no es que no tengamos derecho a hacerlo de vez en cuando; pero, es posible que fuésemos un poco más felices privándonos algo más a favor del que está privado de casi todo. Y hacerlo con alegría como dice el Señor. No por obligación (que lo es), sino por fraternidad, por amor.

Vale la pena trascribir este texto de Basilio de Basilea (330-379), en una Homilía para el tiempo de hambre, que nos puede servir de meditación y reflexión:

“¿Eres pobre? Hay otro más pobre que tú. Tú tienes comida para dos días, y el otro tan solo para uno. Como hombre bueno y benévolo, comparte lo que te queda a partes iguales con el indigente. No vaciles en darle lo poco que tienes, ni pongas tu interés personal por encima del bien común. Si hablas y actúas de este modo, ese pan que hayas dado a pesar de tu indigencia, dará frutos abundantes por haber sido el embajador de la misericordia.

El pan que no necesitas le pertenece al hambriento. Los vestidos que ya no usas le pertenecen al necesitado. El calzado que ya no empleas le pertenece al descalzo. El dinero que gastas en lo que no es necesario, es un robo que le estás haciendo al que no tiene con qué comprar lo que necesita. Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero ladrón.”

                                                                                                            Félix González

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