Corazones en red

Acaban de ser “beatificados”, en Tarragona, más de 500 mártires (522) del tiempo de la guerra civil española. Nunca había acaecido un número mayor. De todas formas, la beatificación de una persona, es el paso previo a la “canonización” como santo. La beatificación da al futuro santo el nombre de “beato”.

Con este motivo, me han surgido una serie de preguntas: ¿Por qué no canonizar directamente, sin pasar por la beatificación? Desde que son “beatos” se les puede dar culto, tienen Misa propia, y un día dedicado en la liturgia de la iglesia. La diferencia entre un “Beato” y un “Santo” es que si su modelo de santidad es propuesta para toda la Iglesia serán llamados “Santos”, y si lo es solo para una región o para un cierto grupo de gentes, será llamado “Beato”. ¿Para qué nuevo paso, con su correspondiente milagro? Algunos, incluso, se quedan perpetuamente en beatos.

Todo ese proceso, ese segundo paso de canonización, lleva consigo un tiempo, generalmente largo y costoso, ¿Por qué tanto dinero y tanto tiempo? ¿Por qué un nuevo milagro?

Por otra parte, para los mártires no se requiere ningún milagro. ¿Por qué unos sí y otros no,  si se trata de considerarlos santos? Lo importante es poder probar que la vida de una persona ha sido santa, es decir, ha vivido de manera destacada el Evangelio y el seguimiento de Jesús, según su estado.

En otros tiempos, pasados, la declaración de santidad, se hacía por aclamación. No se requería tanto protocolo, ni exigía tanto dinero, ni tanto tiempo, ni milagros. Su vida era el verdadero milagro.

La beatificación en Tarragona, ha desplazado hasta allí a miles de personas, de España y de otro países, muchos obispos (más de cien), y toda la conferencia episcopal de nuestro país. Como muchos de los mártires pertenecen a Congregaciones religiosas, muchos miembros de estas se han desplazado también hasta el lugar de la beatificación. Todo eso conlleva un gasto serio. ¿Pensamos que hoy día, con la famosa y triste crisis, nos podemos permitir tal dispendio, cuando nuestras gentes, en muchos lugares pasan penuria para poder subsistir cada día?

Creo que es sacar las cosas del sentido común; y no creo que sea nada ejemplar. Mi idea sería, mientras siga eso de beatificar primero y canonizar después, que cada uno (o grupo) de beatificables fueran declarados beatos en la localidad donde vivieron, donde murieron, donde se le conoce de alguna forma, sin necesidad de tales desplazamientos y gastos. Y podría ser el obispo del lugar quien lo llevase a cabo. Sin tanta parafernalia. O, también, podría el Papa declararlos beatos o santos, desde Roma, con una comunicación (oral o escrita), sin que tengan que desplazarse hasta allí las masas. Tal vez, en una alocución normal en sus apariciones semanales. Simplifiquemos las cosas; vayamos a una Iglesia sin tanto triunfalismo y tanta parafernalia. Por ahí están yendo las iniciativas del Papa Francisco.

                                                                                                  Félix González

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