Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
(Estad vigilantes y despiertos)
La parábola que hoy nos trae el evangelio, salida de los labios de Jesús, es muy elocuente, y se comprende con facilidad. Viene a decirnos Jesús, que no debemos ser holgazanes, sino que tenemos que poner a trabajar, a actuar, los dones que hemos recibido. No debemos ser como aquel encargado a quien el dueño le encomendó que trabajase con la cantidad que le había dejado, para tratar de ganar lo más posible, pero que lo escondió y no lo hizo fructificar, por lo cual no recibió ningún premio, antes al contrario le quitó lo que había recibido y se lo dio a otros que hiciese mejor uso.
Todos hemos recibido una serie de cualidades, de posibilidades, que tenemos que poner al servicio del Reino de Dios, y al servicio de los que nos necesiten. No importa si hemos recibido más o menos. Lo que sea.
San Pablo, en esa Carta a los Tesalonicenses (los cristianos de la ciudad griega de Tesalónica), les dice que ”estén vigilantes y despiertos”.
Hay un refrán, castizo y popular, que dice: “camarón que se duerme, lo lleva la corriente”. Quiere decir que hay que estar bien despierto, y no adormilado o distraído, si queremos que las cosas marchen bien.
Si Dios nos ha dado a cada uno una serie de cualidades, es para que las pongamos al servicio de los demás. No podemos guardarlas para nosotros mismos, porque así no dan ningún fruto, y el Señor que nos las ha dado, nos pedirá cuentas de cómo las hemos puesto a trabajar, al servicio de quien lo necesite.
Y sobre todo hay que poner nuestras cualidades al servicio del Reinado de Dios. Algunos dicen, yo no sé hacer nada, yo no valgo para eso, no no tengo cualidades. Pensar y decir eso, puede obedecer a dos cosas, o bien a que es un desagradecido, que no quiere reconocer lo que Dios le ha dado, o bien que es un egoísta que no quiere colaborar al bien común. Y ni una cosa ni otra son buenas.
Todos servimos para algo. Querer es poder. Y al que hace lo que puede, no se le pide más. La verdad es que es más cómodo no comprometerse a nada. Pero eso indicaría falta del sentido de la responsabilidad.
Félix González
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