Una visión positiva del mundo
Hace unos días, escribía sobre una visión más negativa, aunque real, de nuestro mundo. Sin embargo, también existe otra visión de este mismo mundo, mucho más positiva, agradable y consoladora. Si ayer resaltaba “lo malo”, hoy deseo traer a primera escena “lo bueno”, que también es mucho. Yo no tengo una visión negativa del mundo, ni mucho menos una visión catastrófica. Ni la realidad me lo sugiere, ni mi fe me lo permite. Existe el pecado, pero también existe la gracia: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, dirá San Pablo (Rm. 5, 20).
Algunas personas suelen ver lo negativo –que existe- más que lo positivo, que también está presente¸ y piensan que es más lo malo que lo bueno. Respetando la manera en que cada uno puede ver las cosas, sin embargo, yo no puedo compartir esa opinión.
¿Qué cosas buenas veo yo? Son tantas que siempre dejaría de enumerar algunas. Pero resalto algunas: El amor entre padres e hijos, la amistad, el esfuerzo por una convivencia pacífica, tanta gente como se preocupa de otros, los que trabajan en el tercer mundo, misioneros o voluntarios de ONG, personas que llevan su grave y prolongada enfermedad con ejemplar aceptación, los que saben perdonar las injurias, los qe trabajan por la paz, los que cuidan de los enfermos con delicadeza y cariño, todos los que, de una forma u otra, hacen el bien a sus semejantes, los que respetan la naturaleza y la cuidan con esmero, etc… Y todos los que, con mayor o menor acierto, tratan de imitara Jesús, lo sepan o no.
Podríamos seguir haciendo una lista interminable, pero no es necesario; dice el refrán que “a buen entendedor, pocas palabras”.
El reconocer tanto bueno como existe, no impide el reconocimiento del mal que también existe en muchas personas, y que anida en el corazón. Porque el corazón humano tiene esa doble tendencia: la que le lleva a ser justo, fraterno, humano; y la que le conduce al pecado en todas sus formas.
Como se puede deducir de lo hasta aquí expuesto, al hablar del “mundo”, nos referimos a la acción del hombre que habita en él y que puede transgredir las leyes más elementales de una sana y perfecta convivencia. El mundo material, físico, se guía por sus normas, las leyes de la naturaleza; y no las altera. Sólo la libertad, que es propia y exclusiva del hombre, es capaz de cumplir, o no, lo que es justo.
Félix González
Yo ya no sé dónde se anuda la libertad del hombre.
El ser humano ¡cómo no! es dueño de la última decisión que tiene entre las manos, ahí ata y desata en el pequeño margen que se permite, aún creyéndose el dueño y señor de sus amplias elecciones.
Lo bueno o lo malo para cada uno es el último fleco de una larga alfombra política, cultural, emocional, de credos, de estructura social o familiar, de sumisión, de vanidad, de hambre, de carencias, de injusticia…
.
¿Es bueno, lo mismo, para mí que para un islamista radical? ¿Es bueno acabar con Bin Laden? ¿Los acuerdos económicos ventajosos para el crecimiento que sumen a otros países en el pozo del que nunca saldrán? ¿Es decente instalarse en la utopía teniendo resueltos la convivencia pacífica, el estado de derecho y el trabajo? ¿Es bueno sentirse bueno?
Es verdad que cada uno interpreta lo bueno y lo malo según una serie de condicionamientos. Esa es la limitación humana.
Dejas muchas preguntas. Todas ellas interesantes, y que debiéramos contestarnos.