Noche de insomnio
Esta noche no he dormido bien. A las dos de la madrugada me he despertado, y ya no podía dormirme. No tenía ninguna especial preocupación, ningún dolor o malestar… pero no me dormía. No obstante, no he perdido los nervios; he escuchado un ratito la radio. Me he tomado un café con leche (cosa que no suele afectarme para dormir), me he vuelto a la cama… y he tenido tiempo para pensar.
He traído a mi memoria a las personas que en esos mismos momentos estarían en los hospitales; unos, enfermos, otros, cuidándolos, todos sin poder conciliar el sueño. He recordado a los que pasan la noche en la calle, los “sin techo”, entre cartones, bajo la mirada rutilante de las estrellas. He recordado a los que viajan por necesidad, los camioneros, siempre expuestos en la carretera… He recordado a las madres (casi siempre ellas) pendientes del hijo enfermo, o del pequeño que llora… He recordado…
Mi cuerpo trataba de encontrar postura, mientras mi mente vagaba por los caminos de los recuerdos. No sé cuánto tiempo he estado en vigilia hasta que he vuelto a perder la conciencia. Poco después, el despertador, implacable e insensible, volvió a despertarme sin piedad. Comenzaba la jornada de cada día. Aún era de noche, aunque ya se atisbaba la cercanía del alba más temprana.
A la hora de ponerme ante el ordenador para pergeñar estas líneas, me han vuelto los recuerdos de la noche. Parece que los pensamientos nocturnos se gravan más en el recuerdo. Me doy cuenta de que no puedo quejarme porque una noche, de vez en cuando, duerma menos, o menos bien, cuando hay tantos que no pueden dormir por distintas circunstancias. Pienso en las veces que nos quejamos por unas u otras cosas, cuando si miramos un poco al mundo, son tantos los que tienen verdadero motivo para quejarse, y, sin embargo soportan las contrariedades de la vida con una admirable aceptación de lo que se podría remediar y no se remedia por los intereses creados de otros, o por la indiferencia de muchos ante el dolor ajeno.
¡Es bueno pensar! Es bueno considerar el sufrimiento de tantos hermanos nuestros, aunque sea en una noche de insomnio. Y es bueno darle gracias a Dios, porque aunque el sueño se ausente, de vez en cuando, tenemos una buena cama donde descansar, un techo que nos cobija, y una situación privilegiada respecto a los que viven en tanta indigencia y precariedad.
Félix González
Sí, es bueno, muy bueno empatizar con los otros, pensar en los otros, vivir cerca de otros… aunque no estén cerca, aunque tengan otras vidas. Es bueno, sí, muy bueno, hacer vigilia.
Me gustó muchísimo la foto que has puesto de la luna y las nubes en la noche. Preciosa.
Foto que recuerda mucho a la que pusiste dos entradas atrás. En aquella estaba el sol; en ésta, la luna, en ambas lo insondable: astro, nubes, cielo, luz…
Ocurre que, lo que percibimos como inmenso, ayuda a tomar la medida de nuestro tamaño, límites, temporalidad, o inmediatez; pero al tiempo, deja que abramos la ocupada conciencia a los otros. Así, en esos ratos, estamos menos distraídos siendo capaces de ensanchar la sensibilidad y sumar a nuestros desvelos, los de la humanidad desvelada.
¡Gracias!, Paz y Susana. Veo que os fijíáis, también, en las fotos. El sol, la luna y las nubes son siempre un buen referente de la hermosura de la naturaleza. Son destellos de la belleza de Dios, si sabemos leer.