Corazones en red

La noticia la dio la TV hace unos días. No me importa si los detalles responden a la verdad objetiva o no. El hecho sí que importa. Un sacerdote de la diócesis de Toledo, ha sido acusado por su autoridad episcopal, de ser “gay”. Junto con la acusación gratuita, han ido unidas una serie de barbaridades ofensivas, en forma de interrogatorio o insinuaciones. En consecuencia, se le pide que abandone la parroquia y a sus parroquianos que le quieren, y que se han solidarizado con él, recogiendo incluso firmas en su favor.

¿Dónde estamos? ¿Hemos vuelto a la “inquisición”, o acaso nunca se ha abandonado, dados los rebrotes que surgen de vez en cuando desde nuestra autoridades eclesiásticas?
No entro en cuál sea la verdad o la simple sospecha; pero sea lo que sea, hay métodos, formas, estilos de actuar, mucho más cercanos al Evangelio de Jesús. ¿Cuándo aprenderemos del Maestro? ¿Cuándo la Iglesia, en sus dirigentes, aprenderán lo que es respeto a la persona, libertad de los hijos de Dios, caridad de la de verdad (aquella de “amaos unos a otros como yo os he amado”)?

A mayor abundamiento, hace poco, también, hemos conocido las dificultades que, una vez más, el teólogo Pagola, tuvo para poder publicar su último libro sobre los Evangelios. Se le ha negado el permiso de edición, porque el censor dice haber encontrado cierta doctrina no compaginable con la enseñanza oficial de la Iglesia. ¡Qué montón de disparates!
Las brujas, y su caza, siguen vivas en nuestra iglesia. Va a ser verdad lo que dicen en Galicia, que “haberlas, hailas”. Menos mal que de vez en cuando surge algún oasis en este largo desierto infecundo y cuajado de miedos.

Es significativo que los últimos nombramientos de Obispos (desde hace ya un tiempo) recaigan siempre sobre personas muy, o bastante, conservadoras.

En estos días de vacaciones, he frecuentado diversas iglesias de diversas ciudades españolas; no me he llevado ninguna sorpresa porque ya lo sabía, pero sí que me ha dado pena, y me ha hecho pensar. En la Eucaristía, solamente había personas mayores. ¿Dónde están los que faltan? ¿Por qué faltan? Ya sé que las causas son variadas, pero no cabe duda de que una de las más importantes es el estilo de una buena parte de nuestra iglesia.

¡Pobre Espíritu Santo, atado de pies y manos por aquellos que se consideran más importantes, o más papistas que el papa. Sigamos esperando en una nueva contrarreforma, o, al menos, en una nueva primavera del Concilio Vaticano II.
Félix González

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