Domingo XIX del Tiempo Ordinario

(De nuevo el Pan de Vida)

Vuelve el Evangelio de hoy a presentarnos a Jesús como “el Pan de vida”. Es el mismo Jesús quien insiste en esta afirmación. Él es ese alimento primordial para el camino de cada día.

En la primera lectura se nos dice que el profeta Jeremías, cansado de tanto huir de sus perseguidores, empieza a desanimarse y se dispone a morir. No puede seguir así. Se tumba bajo un árbol para morir, porque ya no puede caminar más. Pero experimenta que Dios está junto a él para alimentarlo y alentarlo a retomar el camino hasta llegar al monte de Dios. Decía la lectura: “ Se levantó Jeremías, comió y bebió de lo que un ángel le había proporcionado de parte de Dios, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta llegar al monte Horeb, el monte de Dios”.

La Eucaristía es ese alimento que nos da fuerza, aviva el amor, y nos anima a afrontar la vida, con sus dificultades, sus alegrías y sus penas. Según el evangelio, aquellas gentes no podían creer las palabras de Jesús. ¿Qué se había creído, para decir que él era el Pan de Vida? ¿No le conocían todos? ¿No sabían ellos que era el hijo de José y de María?

La fe no siempre es fácil. Fiarse de las palabras de Jesús tampoco es siempre fácil. Pero si no creemos en ese pan de la Eucaristía, si no comemos de ese pan, nuestra vida languidecerá, nos faltarán las fuerzas como a Jeremías. Será la muerte del espíritu, donde la fe disminuye, disminuye la esperanza, y decrece el amor, la caridad.

Decía San Damián de Molokai: “Sin la Eucaristía, una situación como la mía sería insostenible. Pero con mi Señor a mi lado, puedo continuar siempre feliz y contento. Con esa paz gozosa en el corazón y la sonrisa en los labios, trabajo con entusiasmo por el bien de mis pobres leprosos”. Un testimonio de cómo la Eucaristía nos puede sostener en los momentos normales de la vida y en los más difíciles, como a Damián.

¿Quién puede mantener su cuerpo sin alimentarse? ¿Quién puede mantener alto su espíritu sin el alimento de la Eucaristía? Y sin embargo, hay muchos cristianos a quienes la Eucaristía no les dice nada. Y así vemos como los cristianos, en su conjunto, vamos teniendo menos fuerza de convicción, somos menos creíbles, y nuestra vida languidece en la apatía espiritual, asemejándonos a los que no creen,  o a la indiferencia. Hay una frase en el Apocalipsis que debe hacernos pensar. Dice así: “porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Palabras duras que nos deben hacer recapacitar. Vivir en la tibieza, sin compromiso, sin entusiasmo, sin tener en cuenta para nada el Evangelio, sin comer de ese Pan de Vida que es la Eucaristía, es ser un muerto espiritual. Si queremos salir de esa situación, no olvidemos las palabras de Jesús:”Yo soy el Pan de Vid”.

Félix González

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