“CRISIS” y “crisis”
No por escribir una de las palabras con minúsculas (crisis), es menos grave e importante que la otra con mayúsculas (CRISIS). Es más, diría que la primera es consecuencia de la segunda, y afecta más directamente, y más trágicamente, a los más desfavorecidos.
No voy a hablar de la gran CRISIS económica que afecta a toda España y a casi toda Europa. Todo eso está en manos de los políticos y tecnócratas. No. Quiero señalar las graves consecuencias que están afectando a tantas familias e individuos. Es importante la bajada de sueldos, la retirada de la paga de Navidad, la no concesión de créditos, etc.. pero, sobre todo, la inmensa cantidad de paro laboral, que estrangula la débil economía de muchas (muchísimas) familias, que se las ven y se las desean para poder salir adelante. Para hacerse una ligera idea, basta con contemplar el número de familias que acuden a
Caritas, Cruz Roja y otras ONG, que se ven desbordadas porque no pueden llegar suficientemente a todos. Los que estamos en parroquias, vemos como caritas ha atendido “siempre” a un buen número de familias; las de siempre, las más pobres o necesitadas de ayuda. Pero actualmente, se ve a muchas personas que no han pedido nunca, porque con su trabajo podían llevar una vida digna. Pero cuando la peste del paro las ha golpeado de manera tan fuerte, no pueden menos de acudir a solicitar ayuda. Son los nuevos pobres, o pobres vergonzantes.
En tal situación, no sólo se resiente la economía, sino que repercute en las relaciones familiares, a causa de la inestabilidad, de las preocupaciones de cada día, de la falta de horizonte. Sólo los que lo viven, saben bien la tragedia que supone esta crisis a nivel del
hogar, de la familia.
Ante la gran crisis global de tantos países, poco podemos hacer. Está en las manos y en la voluntad de otros. Pero a nivel más cercano, sí que la conciencia llama para tratar de paliar, en lo posible, una parte de tantas tragedias diarias.
Si compartir ha sido siempre un rasgo de humanidad y de caridad cristiana, en las circunstancias actuales, es un pecado grave no hacerlo, en la medida que se pueda.
Somos, en general muy celosos de la “propiedad privada”, de “lo nuestro”, pero olvidamos algo tan importante en la moral cristiana, que enseña que: ”en caso de extrema necesidad, todos los bienes son comunes”.
Recordemos la parábola de evangelio sobre el rico Epulón y el pobre Lázaro. Ni siquiera le permitía comer las migajas que caían de la mesa. Eran para los perros. Y el juicio del Señor fue consecuentemente muy duro.
Félix González
Sólo os dejo estas frases:
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“El mayor espectáculo es un hombre esforzado luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda.”
Goldsmith, Oliver
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“El no tiene…, tu si…, es tu hermano…
Si aún no eres capaz de dar la vida por el, por lo menos…, comparte con el tus bienes…
Si no…, ¿cómo puedes llamarte cristiano? ”
San Agustín de Hipona
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“Bendito sea Dios. El que nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad” (2Cor 1,3-4)
Gracias, Ana. La verdad es que podríamos encontrar cientos de frases muy duras, de los Santos Padres de la Iglesia (latinos y griegos) que hablan duramente contra los que no ayudan a los pobres. Pero las palabras de Jesús son bien claras y no menos fuertes: “malditos de mi Padre, porque tuve hambre y no me disteis de comer…”