Corazones en red

Aunque parezca un trabalenguas eso de “Dos derechos con el mismo derecho”, no lo es. Hablo de dos derechos: el de “hacer huelga” y el de “trabajar”, que tienen la misma legitimidad, y el mismo derecho a ejercerse.

Cada vez entiendo menos la existencia de los piquetes violentos que obligan por la fuerza y el miedo a cerrar las tiendas, las fábricas y cualquier otro lugar de trabajo. Y dicen que lo hacen por el “derecho a la huelga”. Esos señores olvidan que el derecho de uno, termina donde empieza el derecho del otro. Nadie niega que ese derecho a la huelga sea constitucional, y por lo tanto, legítimo. Pero tampoco deben negar que el derecho al trabajo es igualmente constitucional y legítimo. Todos tienen derecho a hacer huelga, aunque nadie tiene que estar “obligado” a hacerla.

Los señores responsables de los sindicatos (CO, UGT… etc), que tanto gritan  el derecho a la huelga, ¿por qué alientan y permiten los piquetes “violentos”, que coaccionan y atentan contra la libertad de las personas? Y no digan que son “piquetes informativos”, así los llaman hipócritamente. Nunca he visto yo que para informar haya que llevar unos buenos garrotes o unos bates de beisbol, ni haya por qué insultar a la gente que no quiere hacer huelga, y quiere o necesita trabajar. Nunca he visto “informar” (la gente no lo necesita, está bien informada sobre el tema), pero sí he visto “coaccionar” (y eso no es de ley).

La libertad, una de las cosas más grandes que el hombre posee, de la cual nacen las responsabilidades, es también uno de los derechos más grandes de la persona humana. Las esclavitud es anacrónica porque niega los derechos de la persona. ¿Recordáis aquellas quejas tan dramáticas de Segismundo, por su falta de libertad, en la obra de Calderón: “La  vida es sueño”?

Dios nos hizo libres, con voluntad omnímoda para escoger, elegir y determinar. La violencia, va con frecuencia, contra alguna de las libertades del hombre.

Amigos de los sindicatos u otras organizaciones: “Huelga sí, pero en libertad”. Uno tiene derecho a quejarse de los “recortes” del gobierno; pero que no se recorte la libertad en contrapartida. Como suele decirse vulgarmente:”No se puede despedir a un santo, para vestir a otro”.

                                                                                      Félix González

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