“¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”
Con estas palabras empieza uno de los sonetos más sencillos y bellos, de nuestro gran Lope de Vega. Alguien (tú , yo…) le pregunta a Jesús:”¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”. Y la pregunta podría ser:”¿Qué no tengo yo, que mi amistad procuras? Porque Jesús no busca nuestra amistad porque seamos muy buenos, ni muy ricos, ni muy virtuosos, sino, tal vez, porque no somos nada de eso, porque somos pobres en todo; y por eso nos busca, para enriquecernos con su amistad, que es el mayor regalo que nos puede hacer. ¡Ser amigos de Jesús! Y siguen los versos:
Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras.
¿ Porque Jesús tiene una paciencia infinita, y es capaz de aguardar nuestra respuesta, aunque ésta se retrase. Nos hacemos los remolones a la hora de entablar una verdadera amistad con Jesús. Pero seguirá esperando.
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! …
El alma reconoce su cerrazón ante la llamada de Jesús, que está a la puerta, soportando los rigores del invierno de la indiferencia. Y se arrepiente de su comportamiento:
¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
Reconoce que había recibido muchas invitaciones a abrir la puerta, o, al menos, a asomarse a la ventana, para ver como Jesús esperaba impaciente y paciente al mismo tiempo. El ángel era su conciencia.
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Siempre hay un mañana que nunca se convierte en un hoy, en un ahora. Se pospone la respuesta para tranquilizar la conciencia: mañana, mañana… Y Jesús sigue esperando.
Félix González
A veces solo queda postrarse y bendecir a Dios…..
Estamos convencidos de que seremos salvados….mañana, la vida eterna lo llamamos.
Queremos tener un capital de cosas buenas para presentarle a Dios y ser así merecidos…mañana, el juicio final lo llamamos.
Tenemos una relación con un Dios exterior en el espacio y en el tiempo pero su Palabra nos cuenta, como a párvulos, que tengamos la “lámpara encendida” AHORA, porque el mañana es necedad. No porque pasará nuestra oportunidad (la salvación futura) sino porque mañana no existe.
Cristo ya está a los dos lados de la puerta. Porque esa puerta ha dejado de existir aunque sigamos empeñados en que está.
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