Corazones en red

Así canta Julio Iglesias. Pero no pasa de ser una canción, o una manera muy particular de ver la vida. Pero la vida no sigue siempre igual. No es algo monótono, monocorde y tedioso. No hay nada que cambie más. La comparo con un río, que parece siempre igual, pero que nunca vuelve a pasar el mismo agua por el mismo sitio. Fluye, avanza, y no vuelve atrás.

Aunque algunos filósofos, como Platón y otros, hablaban de las “palingenesias”, según lo cual todo se repite, todo vuelve, nada desaparece, todo  sigue igual; la verdad es, a mi parecer, que nada sigue igual. Las vivencias, que son la vida, aunque parezcan iguales en muchos casos, son distintas. Las personas somos distintas cada  instante; algo en nosotros cambia. Cambian los sentimientos, los conocimientos, las experiencias. Aunque sea el mismo ser, no es lo mismo el niño, que el adolescente, que el hombre maduro o el anciano. No solo cambia el físico, lo externo, sino que cambia el interior. Y la vida cambia.

Pero quiero hablar de otro tipo de cambio; el que hace que vayamos mejorando como personas, como padre o madre, como hijo, como amigo o vecino. Incluso como creyente, como cristiano.

Si la vida siguiese igual, el cambio no sería posible, e, incluso, de nada serviría la libertad ni la voluntad. Uno cambia porque es libre.

Hago esta reflexión, coincidiendo con el comienzo de un nuevo año. Es un hecho que muchas personas, en sus comienzos, suelen hacer nuevos propósitos, nuevos planes, algunas correcciones en su comportamiento. Y todo eso es posible porque la vida no sigue igual. Y, además, esa es la ventaja que tenemos, que podemos cambiar de rumbo en la vida.

No hace mucho escribí sobre algo parecido. Hablaba de la “parábola de las hojas secas”. Venía a decir que la vida se repite; pero no se repite igual. Las cuatro estaciones se suceden y repiten cada año, pero también cada año son distintas. Mueren las hojas en otoño, pero aunque el árbol vuelve a cubrirse en primavera, las hojas son distintas, son otras. La vida es nueva.

Yo, en este comienzo de año,  quiero decir con la argentina Mercedes Sosa: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”. Que me sigue dando tanto y tanto. Y gracias al que me dio la vida, esta vida tan rica, que no sigue “siempre igual”, y que va caminando hacia la Nueva Vida, que tampoco será siempre igual, porque contemplar a Dios será siempre nuevo.

Félix González

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