La justicia desigual
La justicia, cuando no es igual para todos, se convierte en injusticia. Y esta injusticia, en nuestro país, está a la orden del día, porque está, incluso, en sus leyes. Y cuando la injusticia está institucionalizada es mucho más grave y deleznable.
Se podrían contar innumerables casos concretos. Y además es una impresión y convencimiento de la gente, en general. Falta el sentido común a la hora de aplicar la justicia; y la sentencia judicial no responde, con frecuencia, a la ecuanimidad. Pequeños hurtos o robos se castigan muchas veces con algunos años de cárcel, mientras que los “robos” llamados de guante blanco, de políticos, empresarios, etc.. se resisten a ese castigo.
Viene todo esto por la noticia que está estos días en todos los medios. Una señora encuentra en la calle una tarjeta de crédito. La tentación, y seguramente la necesidad, la llevan a sustraer menos de doscientos euros (193), para comprar comida y pañales para sus dos hijas pequeñas. Se la condena a casi dos años de cárcel y novecientos euros de multa.
La cosa se arregla después por medio de un indulto del Ministerio de Justicia. Pero el fallo de la justicia la había condenado ya, a la pena dicha.
No podemos justificar, y menos alabar, su acción. Ciertamente su comportamiento no ha sido ético. Pero dadas las circunstancias, ¿no habría que ser más comprensivo?
Por otra parte la sustracción de unos bienes a una persona particular, tiene que ser mucho menos grave que la sustracción de cantidades muy notables al estado (que es de todos). Por otra parte, no es lo mismo hacerlo por necesidad que por avaricia.
La sensibilidad popular así lo reconoce. En poco tiempo se han recogido miles de firmas pidiendo el indulto. Y nadie movería un dedo (antes al contrario) para recoger firmas cuando los medios nos comunican que una persona se ha enriquecido aprovechándose de su cargo, su situación, su poder.
No me gusta la frase (que se hizo famosa) del alcalde de Jerez, que dijo que:”la justicia es un cachondeo”. Pero hay que reconocer que no le faltaba una buena parte de razón; al menos esa es la creencia que la gente tiene. Y “cuando el río suena, es que lleva agua”.
Quede claro que no afirmo que todos los jueces sean corruptos, sino que las leyes están viciadas desde su raíz. También es verdad que hay sentencias judiciales que no dejan de llamar la atención.
Félix González
La actualidad es tristemente elocuente.
¡Qué pena, que no tuviese que ser un poco menos elocuente a causa de tanto abuso, y pudiese ser más elocuente para contar cosas edificantes! Se ha llegado a grados esperpénticos en el apego egoista de enriquecerse fácilmente, a costa de los otros. Antes se decía que “los cargos, son cargas”. Ahora vamos a tener que pensar que los cargos son, para muchos,la ocasión de engrosar su cuenta corriente.