Evangelio e Iglesia
Digamos, una vez más, que no debemos confundir a la Iglesia con el Reino de Dios. Y que Jesús predicó y vivió el Reino. Este fue el centro de su predicación y la causa por la que vino a este mundo.
En el Evangelio se encuentra todo lo que es necesario para vivir el Reino de Dios. Las normas de la Iglesia, por el contrario están orientadas, en general, para la buena marcha de la Institución, y algunas veces para aclarar e interpretar algunos aspectos del Evangelio, aunque pueden, también, algunos casos, desfigurarlo.
De hecho, todo cristiano debe aceptar y tratar de vivir íntegramente El evangelio, mientras que ciertas normas o enseñanzas eclesiales pueden ser, y son, discutidas o no aceptadas, por obsoletas o por no estar de acuerdo con el Evangelio. La recta conciencia será norma para esta no aceptación.
Con lo dicho, no trato de desprestigiar a la Iglesia (¡lejos de mí tan pretensión!), aunque la verdad es que, para muchos creyentes, se desprestigia sola, con ciertas actuaciones o declaraciones.
El seguimiento de Jesús supone vivir el Evangelio. Cuando Pedro trata de quitarle a Jesús la idea de que va a ser perseguido y sufrir el martirio, el mismo Jesús le reprende abiertamente , y le dice:”ponte detrás de mí, y sígueme”. Es decir, pisa por donde yo voy pisando y sígueme. Y, ,más adelante, Pedro le seguiría hasta la muerte violenta.
Eso e, fundamentalmente, ser cristianos: seguir los mismos pasos de Jesús. Pensar como él, sentir como él, actuar como él. Reproducir en nuestra vida, el mismo estilo de su vida.
Hay personas que se aferran tanto a las normas de la Iglesia, fruto de una historia obsoleta y nada actual, que incluso olvidan partes esenciales del evangelio. Y así creen seguir mejor a Jesús.
Ni la Iglesia en general, ni el Papa, ni nuestros obispos, ni los teólogos, son en todo infalibles, y no siempre reproducen, en su vida, costumbres y enseñanzas, el evangelio de Jesús.
Claro que no se trata de que en cualquier circunstancia sea uno mismo el que debe dar marchamo a las enseñanzas del evangelio. Se necesita una conciencia bien formada y una voluntad sincera de no hacer su capricho o “santa voluntad”, sino ser fiel a ese evangelio que desea vivir.
En principio y en buena lógica coherente no debería haber contradicción entre Iglesia y Evangelio, ya que la Iglesia es un medio en función del Reino y para el Reino. Pero, con frecuencia, la parte pecadora de esta Iglesia Santa se convierte en obstáculo para conseguirlo. Y es que lo humano (autoridad desmedida, falta de misericordia, confianza en Dios, intereses creados) está muy presente en las decisiones y modos de actuar.
Félix González
Con mi parte pecadora ya no me doy abasto…pero aquí pego algo interesante:
http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2013/02/01/la-derecha-politica-y-la-religion
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