Corazones en red

(Ese acoge a los pecadores y come con ellos)

Comienza el Evangelio de hoy diciendo: que “se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores, también los fariseos y los letrados”. Pero con qué distintas intenciones se acercaban unos u otros. Los publicanos y los pecadores.

Los “publicanos” era gente odiada por los judíos porque colaboraban con los romanos, que era el pueblo invasor. Cuando se habla de los pecadores en el evangelio se refiere a los pecadores públicos. Mientras que los fariseos era un partido de gente buena, pero que se consideraban mejores que los demás, a quienes despreciaban. Los letrados eran personas cultas, que también se consideraban superiores al resto de los mortales. Pues bien, todos esos se acercaban a Jesús. Los pecadores y publicarnos, para escucharle. Los letrados y fariseos para ver si encontraban algún error en Jesús para desenmascararle, murmurar, y tratar de quitarle autoridad. Y una de las acusaciones que hace estos, es: que ”acoge a publicanos y pecadores, y come con ellos”.

Jesús da la razón de por qué acoge a los pecadores, y para ello pone dos parábolas o ejemplos: Hay que acoger a los que lo necesitan, los que están perdidos en sus vidas, los que son marginados por la sociedad.

Un pastor tiene cien ovejas, y se le pierde una. Con todo esmero, deja las noventa y nueve a buen recaudo, y va en busca de la oveja perdida.

Una mujer pobre tiene sólo diez monedas, y se le pierde una . Barre la casa, la busca D

Tanto el pastor cuando encuentra a su oveja, como la mujer cuando encuentra la moneda perdida, se lo comunican a sus amigos y vecinos, para que se alegren con ellos. Y la moraleja o conclusión es esta:”Os digo que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.

Estas parábolas, juntamente con otras, como la del Hijo pródigo o la del Buen samaritano, las podemos llamar “las parábolas de la misericordia”.

Dios se compadece del que está perdido, perdona al pecador, se preocupa por sus hijos más desgraciados (los que no son aceptados por los demás).

Dios busca por todos los medios, al pecador; no para castigarle, sino para perdonarle, para reincorporarle a su amor.

Terminaba el evangelio, con estas palabras de Jesús:”Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios, por un solo pecador que se convierte”.

Dios se alegra cuando nos convertimos, cuando rectificamos, y le pedimos perdón. Vale la pena darle esa alegría a Dios.

                                                                Félix González

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