Corazones en red

Parece que fue ayer cuando despedíamos el curso, y ya está aquí uno nuevo. Y se repite cada año la frase ya manida: ¡cómo pasa el tiempo! Pasan los acontecimientos, pasan los años, pasa la vida. Pero el devenir de los acontecimientos prosigue su camino. Y se repiten las situaciones, aunque con nuevo marchamo, nuevas circunstancias.

Los niños que vuelven al colegio, tienen un año más, y un poco más de sabiduría o conocimientos; los pequeñitos que empiezan, van acompañados de sus lloros por lo desconocido; los profesores, tras el descanso vacacional, regresan con nuevas ilusiones; los padres se liberan de los hijos por unas horas; siguen las protestas de los docentes, y, como diría Julio Iglesia:”La vida sigue igual”. Pero, a pesar de todo, ¡cómo pasa el tiempo! Aunque el tiempo es difícil de definirlo; es el paso de los acontecimientos, de los días y los años. Pasamos nosotros. Como dice un proverbio malayo: “La barca pasa, pero el río queda”.

La verdad es que nada se repite; todo es nuevo acontecer. No es verdad que “la historia se repita”. Hay acontecimientos que se parecen, pero ni las causas son las mismas, ni las circunstancias son las mismas, ni las personas son las mismas (porque el ser humano está en constante evolución, física y psíquicamente). Algunos filósofos antiguos tenían una frase muy sabia a este respecto: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. Lo que constituye formalmente un río, es el agua que corre, y el agua es distinta al pasar por un punto determinado.

Pues bien, un nuevo curso no es repetición del anterior; como tampoco se repiten los días, aunque el reloj dé las mismas horas, y la noche siga al día y viceversa. Tampoco los años de vida que vamos atesorando, se repiten. Cuando cumplimos años, podemos decir dos cosas, las dos verdaderas: “un año más” o “un año menos”. “Un año más vivido”, y “un año menos que nos queda de vida”. Ley de vida.

La vuelta al cole, el nuevo curso, coincide con la estación del otoño. Y éste es signo de caducidad, de transformación. Han cambiado muchas cosas, probablemente, en la vida de las personas, de las relaciones a todos los niveles, pero la vida sigue. La naturaleza, siempre sabia, oculta la gran transformación que se produce en el otoño. Pero sabemos que esa aparente inanición, lejos ya del esplendor primaveral y veraniego, está gestando la nueva floración, que el invierno oculta, pero que romperá como la aurora. Se acabará el curso empezado, y volverá el siguiente. “La barca pasa, pero el río permanece”

                                                                                                            Félix González

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