La fea costumbre de llegar tarde
Llegar tarde, habitualmente, a una reunión, a la celebración de la Eucaristía, a un concierto u obra teatral, es una fea costumbre, que dice poco positivo a favor de los que por costumbre lo practican.
Pero llegar tarde a dar soluciones a lo que puede provocar una tragedia, es imperdonable. Y esa sí que es una mala costumbre de nuestros políticos y autoridades. Tiene que ocurrir algo muy grave para tratar de evitar que se repita: carreteras con curvas muy peligrosas, mala señalización, normas o leyes improcedentes, viviendas deterioradas a punto de derrumbarse, inundaciones por falta de previsión, etc…
Es lo que ha pasado con los accidentes mortales de la Isla de Lampedusa, donde han muerto cientos de emigrantes, ahogados en el mar. Falló el rescate de esas personas por falta de suficiente vigilancia y equipos de salvamento.
Ahora, las autoridades italianas han puesto en marcha un dispositivo para evitar nuevas tragedias. Para lo cual han triplicado los medios navales y aéreos en la zona. (tres buques, cuatro helicópteros y dos aviones para la vigilancia nocturna, que se suman a la guardia costera). Una vez más se llega tarde, con las consabidas consecuencias.
¿Por qué tienen que ocurrir sucesos como ese para que se ponga en marcha ese dispositivo? ¿Quién devolverá la vida a los fallecidos?
La Unión Europea está muy ocupada en todas las cuestiones económicas, pero al mismo tiempo, es incapaz, al menos por ahora, de ponerse de acuerdo para resolver el gravísimo problema de la inmigración. El nivel de vida es importante, pero la vida en sí misma lo es mucho más.
No cabe duda de que la inmigración crea un problema nada baladí. Pero no es de ahora, aunque últimamente se esté agravando. Pero, como todo grave problema con peligro de vidas, hay que tratar de atajarlo cuanto antes, y darle la posible solución. No es fácil. Pero a grandes problemas, grandes soluciones.
¿Falta sensibilidad? ¿Sobra desprecio hacia unas gentes que huyen de situaciones que impiden poder llevar una vida mínimamente digna y tolerable?
Cuando la humanidad se vuelve menos humana, se va convirtiendo en salvaje, donde prevalece el “sálvese quien pueda”. Y eso nos rebaja hasta convertirnos en meros animales, donde la convivencia y la preocupación por el otro se regula por la ley de la selva.
Félix González
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