Corazones en red

(Este es mi Hijo amado)

El bautismo fue un momento definitivo en la vida de Jesús. Empieza su vida pública. San Juan Bautista le señala como aquel a quien hay que seguir. Juan es un hombre humilde y honrado, y sabe que él no es el importante, aunque tenía muchos discípulos.

El evangelista nos da el sentido del bautismo de Jesús; y lo expresa con esa escena en que se oye una voz que proviene del cielo, y que dice: “este es mi Hijo amado, mi predilecto”. Jesús es el enviado por el Padre, y al que hay que seguir.

A partir de aquel momento histórico, Jesús empieza a predicar el Reinado de Dios. Elegirá a sus apóstoles, y comenzará a predicar por todo el país.

El Bautismo que Jesús recibió  no era el bautismo que nosotros recibimos.  Aquel bautismo no era un sacramente de la Iglesia, porque la Iglesia no existía todavía. Aquel bautismo  era como una señal de arrepentimiento. Las personas que querían cambiar de vida, iban a bautizarse en el río Jordán, dando a entender que estaban arrepentidos. Y Jesús, que no tenía de qué arrepentirse, se pone, también, a la cola, para ser bautizado. Lo hace por humildad.

Nuestro bautismo, es también el punto de partida de nuestra vida cristiana, que tendrá que ir desarrollándose. La mayoría de nosotros, si no todos, fuimos bautizados de pequeños, bajo la responsabilidad de nuestros padres. Por eso debemos renovar, de alguna manera, los compromisos que adquirimos en aquel día. Y sobre todo, ser conscientes de las consecuencias de haber recibido ese bautismo que nos incorporó a la Iglesia, y al seguimiento de Cristo.

El Papa Francisco, en las catequesis que da los miércoles a todos los que asisten a la plaza de San Pedro, ha tomado esta semana el tema del Bautismo. Hay un párrafo simpático de su exposición, que quiero resaltar. Dice: “Muchos de nosotros no tienen el más mínimo recuerdo de la celebración de este Sacramento, y es normal, si fuimos bautizados poco después del nacimiento. Pero yo hice esta pregunta dos o tres veces, aquí en la plaza: quién de ustedes conoce la fecha de su Bautismo, levante la mano. ¿Quién la sabe? Pocos. Pero es importante, es importante conocer cuál fue el día en el que yo fui sumergido, puesto justamente en aquella corriente de salvación de Jesús. Y me permito darles un consejo. Pero, más que un consejo, una tarea para hoy. Hoy, en casa, busquen, pregunten la fecha del Bautismo y así sabrán cuál fue el día tan bello del Bautismo. ¿Lo harán? No noto entusiasmo, ¿Lo harán? ¡sí! Porque es conocer una fecha feliz, aquella de nuestro Bautismo. Como sé la fecha de mi nacimiento, también tengo que conocer la fecha de mi Bautismo, porque es un día de fiesta”. Y se podría celebrar en familia, como se celebra el cumpleaños. Interesante.

Félix González

Tags: Félix G.L., Evangelio // 2 Comments »