Siempre la ignorancia fue muy atrevida
Que la ignorancia es atrevida, lo sabemos todos. Pero, a veces, el atrevimiento es tan grande, que es signo de una ignorancia mayor. Mi padre lo llamaba: ignorancia supina.
Pero aclaremos a qué me estoy refiriendo o qué es lo que me provoca estas líneas. Y no es ni más ni menos, que la intervención de la señora o señorita Elena Valenciano, cabeza de cartel de los socialistas, para el Parlamento Europeo.
Lo que dijo ha sido publicado en gran parte de la prensa española, porque no tiene desperdicio su desfachatez. Para ella, “Jesucristo, el Che Guevara y Felipe González, fueron un poco lo mismo”. Dice que de adolescente, conoció a Jesús, a través de las canciones de ópera rock: “Jesucristo Superstar”, que cantaba en el coro del colegio. De ahí paso a la revolución del Che, y luego lo dejó todo por Felipe González.
¡Vaya mezcolanza! ¡Vaya cerebro! Y ¡vaya cacao! El cronista de ABC decía hace unos días, refiriéndose al caso, que era una: “falta de respeto a la inteligencia de los ciudadanos”.
En otro rotativo, leo lo siguiente, refiriéndose a la citada Elena Valenciano: “Es de esas mujeres de espíritu tan libre, que no temen decir tonterías, como hermanar a Jesucristo con el Che y Felipe González. Sus razonamientos, vulgares y carentes de una mínima base intelectual, provocan la hilaridad y la vergüenza ajena. Elena, tan hermosa y tan rotunda, es de esas personas que hablan antes de pensar lo que va a decir. Lo suyo es de caída libre y alboroto”. Sic.
Todo lo dicho en la prensa es muy fuerte. Pero es la prensa la que lo dice, no yo,
aunque podría pensarlo (porque “el pensamiento no delinque”).
No quiero seguir comentando el desacierto de la frase, ni quiero seguir insistiendo en la falta de criterio de su autora. Dejémoslo donde está, que ya han sido otros muchos los que han tirado la primera piedra (y esta vez con razón).
Pero sí quiero seguir insistiendo en la frecuencia con que se habla “por boca de ganso”, como dice el refrán. Lo que se permite decir entre amigos, en un lenguaje familiar, no siempre se puede decir públicamente, ya sea en un mitin o en un discurso. Hay una cosa para cada sitio, y un sitio para cada cosa. Lo demás es “meter la pata”, o “regar fuera del tiesto”.
Y es el buen gusto, el sentido común y el horror a decir tonterías, lo que puede ayudarnos a hablar como se debe, y en el lugar que se debe.
Félix González
¡Buen ejemplo de ramplonería!