¿Hacer milagros, para ser “santos”?
Creo que algo de esto he escrito hace algún tiempo. Pero si yo lo olvido, supongo que los demás lo olvidarán más fácilmente. Por otra parte, aunque se hable del mismo tema, no siempre se dice lo mismo o de la misma manera.
Me ha venido a la mente este tema, a causa de la celebración, por parte de la Iglesia, de los “Mártires españoles del s.XX”, que fueron beatificados en Tarragona, el 13 de octubre de 2013. Entre ellos había cinco religiosos-sacerdotes de la Congregación de los Sagrados Corazones.
Pensando en el proceso de las beatificaciones y canonizaciones, he vuelto a ratificarme en lo absurdo de pedir miagros a los futuros santos, para poder llegar a los altares. ¡Sí que les importará mucho, estar o no estar!, pienso yo.
Pero sobre todo lo que me parece menos acertado (por usar un término suave) es el afán y condición necesaria del milagro para canonizar, es decir, para reconocer que una persona ha vivido, tratando de imitar a Jesús y poniendo en práctica el evangelio.
Por de pronto, los milagros no los hace ningún santo, sino la fe del que lo pide. Jesús dice en el evangelio:”Si tuvieseis tanta fe como un granito de mostaza (menos no se puede pedir) diríais a esa morera, arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería”. Se ve claramente que es la fe la que hace el milagro. Por tanto los milagros atribuidos a tal o tal santo, se deben a la mucha fe de la persona que haya hecho la petición.
Por otra parte, ¿debemos pensar que Dios concede a unos santos, el poder hacer milagros y a otros, no? ¿Qué acepción de personas es esa que queremos atribuir a Dios?
Esto de los milagros es un gran misterio, pero no tiene mucha importancia. Lo importante es que se pueda probar que la persona beatificable o canonizable, ha llevado una vida “santa”, y se le puede poner como ejemplo y modelo para los demás. Porque se haya producido un milagro después de su muerte, no significa que haya vivido mejor o peor. ¡Bastante milagro es vivir según Dios quiere y espera de nosotros!
Félix González
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