Corazones en red

(Comparte tus bienes con los pobres; y luego, sígueme)

Nos habla el Evangelio, de un joven, bueno. Cumple todos los mandamientos. Incluso, quiere formar parte de los discípulos de Jesús. Tiene un fallo a mi entender, y es que está muy preocuado por conseguir la vida eterna: ¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?, pregunta. Jesús le dice, que lo que está haciendo es suficiente: guardar los mandamientos.

Ahora bien, Jesús también le dice: si quieres algo más, además de desear la salvación, vende tus riquezas (que las tenía), repártelas entre los pobres, que las necesitan, y luego te vienes conmigo, pero ya libre de las ataduras del dinero, ligero de equipaje.

Y dice el evangeista, que el joven no fue capaz de llevar a cabo lo que Jesús le propoonía, y se echó atrás. Se quedó sin la compañía de Jesús y sin la oportunidad de hacer una gran obra de misericordia y de caridad con los pobres. ¡Cómo cuesta desprenderse de las cosas; cómo cuesta compartir con generosidad! Si Jesús le hubiera dicho: mira, da una limosna a los pobres, y ya está, entonces no habría habido ningún problema. Una limosna, un poquito de lo nuestro, que casi no nos afecta, es fácil compartirlo. Eso es lo que solemos hacer la mayoría de nosotros. Pero que no afecte mucho a nuestra vida, a nuestros gastos, a nuestros caprichos o necesidades.

Hay un campartir cómodo, laig, tranquilizador… pero tacaño, que nos hace la ilusion de que así cumplimos con nuestra obligción de compartir con los muchos y grandes necesitados. Pero que nos deja igual que estábamos; no nos afecta demasiado. Cumplimiento (cumplo y miento). Mi conciencia se queda tranquila. Pero ¿se trata de aquietar nuestra conciencia, o se trata de ayudar a resolver los problemas de los más pobres?

Jesús hace un aparte, y afirma:¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Cuidado, no caigamos en la trampa. Cuando Jesús habla del Reino de Dios, no se refiere solo al Cielo. No. Que eso le corresponde a Dios, independientemente de nosotros. Se refiere al Reino de Dios en este mundo. Ese Reino, que es paz, amor, justicia, compartir, perdonar, ser misericordioso…en esta vida.

A ese Reino no pertenecen los que no saben compartir con generosidad. Dice también el Evangelio, que:”los discípulos quedaron todavía más sorprendidos”. Les pasaba como a muchos de nosotros: no acababan de entender todo esto. Pero, no nos equivoquemos, es Palabra de Jesús. Es Palabra de Dios.

¿Recordáis esa canción, que, a veces, se canta en la Iglesia? Dice así: “Tu Reino es Vida, tu reino es Verdad, tu Reino es Justicia, tu Reino es Paz, tu Reino es Gracia, tu Reino es Amor; venga a nosotros , tu Reino Señor”.

Ese es el Reino de que habla Jesús, para aquí, ya. Y en plenitud en la otra vida.

Félix González

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