Corazones en red

(El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán)

Este domingo es el último del Tiempo, llamado Ordinario. El próximo   domingo será la fiesta de “Jesucristo, Rey del Universo”, y ya, con el siguiente, da comienzo el Adviento.

Según se va acercando el final del año litúrgico (que empieza con el Adviento y termina con la fiesta de Cristo Rey) las lecturas van teniendo un lenguaje apocalíptico, del fin de los tiempos. Lenguaje que no hay que tomarlo al pie de la letra, sino, más bien, en sentido figurado, poético y simbólico. Nos viene a decir que este mundo se acabará, porque comienzan los nuevos tiempos. Y dice el evangelio de hoy, que nadie sabe cuándo ocurrirá ese fin del mundo.

Hay personas que cuando piensan en el fin del mundo, les da miedo. La verdad es que el fin del mundo es para cada uno el momento en que se muere. Para él, este mundo se habrá terminado, sera su final.

Y en ese momento, nos encontraremos con el Padre Dios que nos habrá estado esperando durante toda nuestra vida. Es el encuentro que esperamos, pero que ni siquiera sospechamos lo que será. Pero no hay que vivir asustados, y temerosos de lo que pasará en el futuro. El final es el encuentro con Dios Padre. Pero el futuro se prepara siempre en el presente. Por eso, mientra vivimos en este mundo, debemos preparar, ese encuentro final.

Cuando tenemos un acontecimiento importante, lo preparamos con tiempo, y si el acontecimiento es más importante todavía, se prepara con más tiempo; no se improvisa. Porque las cosas que se improvisan no siempre salen bien.

Pues bien, la muerte, la salida de este mundo, tal vez sea lo más importante que nos va a pasar en nuestra vida. Por eso tenemos que prepararla. Y preparar la muerte consiste en vivir como Dios quiere, como quiere ese Dios que nos va a recibir al pasar de esta vida a la otra.

Félix _González

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