Hubo una vez…
Sí, hubo una vez un Cardenal, llamado Antonio Cañizares, que perdió la gran oportunidad de poderse callar, para no decir lo que no debía, y exasperar a unos y otros con su palabra desacertada y provocadora. Ojalá que en algunos momentos hubiera alguien que, como en otro tiempo y lugar, el entones rey, Juan Carlos I, dijera al parlanchín Maduro, el tirano de Venezuela:”Que te calles”.
Cuando se tiene un cargo de responsabilidad y una supuesta dignidad, máxime si es eclesial, no se puede soltar la lengua diciendo lo que te no solo es políticamente inoportuno, sino, además lesivo y desacertado.
¡Señor (o “monseñor”) Cañizares, no se arrogue el derecho de poseer toda la verdad sobre todo lo divino y humano! ¡Mida sus palabras! Haga un bien a la humanidad y a la Iglesia, mordiéndose la lengua para no decir lo que no debe. Pero no solo no decir, sino, incluso, no pensar. Aunque, como dicen los moralista:”el pensamiento no delinque”.
El tener un titulo, más o menos rimbombante, de esos que en la Iglesia de Jesucristo no debieran existir,(y ojalá llegue un día en que su desaparición sea signo de una iglesia más sencilla, menos triunfalista, y más de Jesucristo), no le da otro derecho que el de ser más comprensivo, menos lacerante, y más humilde.
Si lo que el “cardenal” ha predicado, lo hubiera dicho un curita de un pueblo desconocido de nuestra geografía, hubiera sido igualmente equivocado y fuera de lugar; pero cuando se dice desde la altura de un “príncipe de la Iglesia”, y desde un sillón episcopal, además de ser erróneo y desacertado, hace daño y desprestigia su episcopado.
No llegarán estas líneas a ser leídas por el destinatario, pero ojalá que otros, más cercanos al interfecto, le ayuden a recapacitar. Una de las obras de misericordia (si mal no recuerdo) es lo de “corregir al que yerra”.
Félix González
Puede haber una comprensión diferente de todo esto y la clave la deslizas en el post:
“El tener un título, más o menos rimbombante, de esos que en la Iglesia de Jesucristo no debieran existir, (y ojalá llegue un día en que su desaparición sea signo de una iglesia más sencilla, menos triunfalista, y más de Jesucristo,…”
Si las jerarquías y los títulos no casan con el mensaje de Cristo ( a nadie llaméis…) Qué más da lo que se diga desde la deformación. Creo que el Espíritu construye en nosotros Unidad, Vida, Misericordia y Perdón; cualquier otra cosa decae por inconsistente…por inexistente.
´ Dices, Susana,que ” … el Espíritu construye en nosotros: Unidad, Vida, Misericordia y Perdón”.
¡Qué consolador es que haya un Papa, Francisco, que de tanta importancia la Misericordia! Y que vaya poniendo (lentamente) las cosas en su sitio. Esperamos que el tiempo vaya haciendo desaparecer a los “cancerberos”, y de paso a los misericordiosos, porque ellos se parecerán más a Dios.
Perdón; los dos “de”, deben llevar acento (del verbo dar). Se han colado sin permiso.
El cardenal, con sus palabras, está provocando sufrimiento y división entre cristianos.
¿Querrá formar cuarteto con sus colegas de Córdoba, San Sebastián y Alcalá?
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