Persecución por el Reino
Todo el que predica en nombre de Jesús, y anuncia la “Buena Noticia”, tarde o temprano será perseguido, “porque el discípulo no es más que su maestro”.
“Os envío como ovejas en medio de lobos, por eso, sed astutos como las serpientes, y sencillos como las palomas”. (Mt. 10, 16)
Jesús sabía que la misión de los apóstoles no iba a ser fácil. Él había sido incomprendido y perseguido. Los apóstoles seguirían el mismo camino que el Maestro. Por eso les recomienda que sean astutos. Que no sean ingénuos. Y que siempre se muestren con sencillez; porque, muchas veces, la propia sencillez abre muchas puertas. La arrogancia, el creerse superior, el considerarse más o mejor, lleva al desprecio, o al alejamiento.
Habrá gentes que se comportarán con ellos, como el lobo sanguinario con las impotentes ovejas.
Por eso, también, en otra ocasión, les dice que si no son bien acogidos o no quieren escucharlos, se marchen a otra parte, después de haber hecho el gesto de sacudirse las sandalias, no queriéndose llevar ni el polvo del camino.
Seguir a Jesús es embarcarse en su causa, en la construcción del Reino. Pero este reino tiene muchos enemigos, a la hora de ir poniendo los cimientos de esa construcción.
Ante la figura de Jesús y ante su propuesta, nadie queda indiferente: se está a favor o en contra.
Muchos, a lo largo de la historia de la Iglesia, han sufrido el martirio y la muerte, por seguir fielmente a Jesús, por tratar de vivir sus enseñanzas y su ejemplo. Otros muchos, han prescindido, en sus vidas, de todo lo que significa Jesús.
La evangelización, y el hecho de tratar de vivir el evangelio, llevan consigo el riesgo de ser incomprendidos, despreciados y perseguidos.
Félix González
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