Corazones en red

(No es Dios de muertos, sino de vivos)

Jesús tenía problemas, sobre todo, con los fariseos, pero en este caso, son los saduceos los que se acercan a tratar de echarle la zancadilla. Como dice el Evangelio, al comienzo, el partido de los saduceos (amigo de los romanos) no creían en la resurrección de los muertos. Y si embargo, ¡qué contradicción! , van a poner una trampa a Jesús sobre los muertos. Así somos de inconsecuentes muchas veces.

La pregunta no tiene ni pies ni cabeza; por tanto, Jesús se los ventila en un santiamén. Eso de casarse, etc, es para mientras estamos aquí, en la tierra. Pero en el cielo será de otra manera. Allí no habrá casamientos.

Por otra parte ¿a ellos que les importaba, si no creían en la resurrección de los muertos? Por eso Jesús se los quita de en medio, enseguida. Se les ve demasiado la mala voluntad en la pregunta.

Y Jesús aprovecha para darles una lección: “El Padre, no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él, todos viven”.

Hay cristianos a los que he oído decir que no creen, o tienen dudas, sobre si después de esta vida, hay algo más, o no. Algunos hasta lo niegan. Yo pienso que si alguien no cree que después de esta vida, nos encontramos con Dios, no puede llamarse cristiano. Así de claro y así de cierto. Y, la verdad, me da una gran pena por ellos.

¿Para qué sirvió la resurrección de Jesucristo? ¿O es que tampoco creen en ella? Eso equivaldría a un cristianismo descafeinado, sin meta y sin esperanza. La esperanza es una virtud teologal; si no existe, el edificio de la fe se viene abajo. Y estamos viviendo de un autoengaño, es decir un engaño que nos hacemos a nosotros mismos.

No estaría fuera de lugar, que, de vez en cuando, le dijésemos al Señor, lo que los apóstoles le dijeron en una ocasión: “Señor, danos un poco mas de fe, auméntanosla”.

Félix González

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