Domingo III de Adviento
(¿Qué debemos hacer nosotros?)
El evangelio nos presenta, hoy, un ejemplo de lo que puede ser la conversión. Ante la invitación de Juan Bautista a cambiar, a intentar convertirse, las distintas gentes preguntan: ¿qué tenemos que hacer? Hay un buena disposición, pero necesitan que alguien les marque el camino: Dice el evangelio que “la gente preguntaba: ¿qué debemos hacer? La respuesta de Juan es esta:”el que tenga dos túnicas (dos vestidos, dos trajes, etc), que le dé una al que no tiene ninguna; el que tenga comida, compártala con el que no tiene. ¿Está claro lo que tenemos que hacer? Compartir con generosidad. Tal vez sea ese el arranque de una auténtica conversión a otros niveles.
También se acercaron a Juan a preguntarle qué debían hacer, unos funcionarios, unos soldados, y otras gentes. ¿Por qué no nos preguntamos nosotros qué debemos hacer? Seguro que en el evangelio, que debiéramos leer más y mejor, encontraríamos la respuesta. Y tal vez este tiempo de Adviento sea propicio para hacernos la pregunta y hallar la respuesta.
Y concluye el evangelio de hoy con estas palabras: “Con esto y otros muchos consejos, exhortaba Juan, a la gente, y anunciaba al pueblo la buena noticia”.
Ojalá que en este tiempo de Adviento seamos nosotros capaces de encontrar en nuestra vida, por medio de la conversión, el modo de enderezar lo que está torcido.
Esa pregunta que hacían aquellas gentes, es la que nosotros debemos hacernos con frecuencia: ¿Cómo debo actuar en esta circunstancia, en este asunto, en esta decisión? Y aún mejor: ¿Cómo actuaría Jesús en este caso?
Si no tratamos de engañarnos a nosotros mismos, encontraremos luz para acertar con la respuesta. Si nuestra pregunta es sincera, llegaremos a saber la respuesta. El evangelio, y la manera de actuar de Jesús, son, para nosotros, respuestas válidas y acertadas. Solo obtiene respuesta quien es capaz de plantearse una pregunta. Y la pregunta que hoy se nos sugiere , es la misma que le hacían a Juan, aquellas gentes que quería cambiar algo en su vida: ¿qué debo hacer?
Félix González
“¿Entonces, qué hacemos?”
Todas las respuestas de Juan son iguales a las que nosotros pensamos -que por lo menos- ‘deberíamos’ dar en nuestra vida:
compartir y no hacer daño, en suma.
Pero ¿hemos de quedarnos ahí? ¿Nos basta un bautismo de agua o aspiramos a un bautismo de Espíritu Santo y Fuego?
Desde las pequeñas preguntas solo obtendremos respuestas equivalentes para terminar convenciéndonos de que es muy difícil cambiar estructuras que reproducen la desigualdad y el desapego del dolor que no sea el propio.
“¿Entonces, qué hacemos?”
La pregunta no tiene que suscitarse desde nuestro enanismo donde el miedo a la verdad no dejará paso a una respuesta válida. Es el Espíritu en cada uno, la posibilidad de Dios en nosotros quien conoce sobradamente qué hechos son de la verdad, qué pensamientos, qué deseos, qué alegrías o tristezas, qué palabras se deben callar…a qué luz mirar.
La luz de Belén está aquí mismo. Esta es la Buena Noticia.
Puede que haya algún ignorante de conveniencia, que prefiera no saber, para no comprometerse. Pero generalmente sabemos lo que se debe hacer en cada momento. Y en último extremo, confrontar con el Evangelio. ¿Verdad?
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