Corazones en red

A finales de agosto murió el teólogo, escritor y filosofo, Raimon Panikkar, hijo de padre hindú y madre católica. A la vuelta de su viaje a la India,  expresó su concepción religiosa con esta célebre frase:”Me fui cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista, sin haber dejado de ser cristiano”.

Al leer estas palabras de Panikkar, confieso que me quedé un tanto perplejo, tratando de encontrar el sentido de sus palabras. Lo he dado vueltas en la cabeza, y, al fin, creo poder dar sentido a su afirmación. “Descubrirse hindú, volverse budista y no dejar de ser cristiano”, creo que es sentirse “cogido” por el Cristo total” (Christus totus) de que habla San Agustín. El Cristo que se identifica con todos los seres humanos y está presente en ellos. Jesús, en la Encarnación, asumió toda la humanidad completa. Alguien ha escrito: “El mundo es sagrado la calle está llena de Cristo. Reverentemente hay que recoger todas las migajas de hombre, porque allí estás Tú, Jesucristo”.

No se trata de aceptar un panteísmo que afirma que “todo es Dios”. No. Sino más bien, afirmar que en Cristo, Dios y Hombre, es asumido todo (“recapitular todas las cosas en Cristo”). Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Y todos los caminos pueden conducir a Él; todas las briznas de verdad, proceden de Él; la vida toda es creada y existe por Él. Es el Cristo total.

El cristianismo está abierto a ese Cristo en plenitud, donde desembocan, como los ríos en el mar, todos los caminos de búsqueda de Dios, todo lo que hay de verdad en esa búsqueda, y todo lo que es vida y no destrucción. Porque “este es el plan que Dios había proyectado realizar por Cristo, cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra”. (Efesios, 3)

Hay un cristianismo rígido, monolítico, excluyente, reduccionista. El cristianismo de los que reducen también el ámbito del Cristo total, y consideran a otras religiones totalmente ajenas a la influencia de Cristo. Y por lo tanto el diálogo y acercamiento interreligioso no tiene mucho sentido, ni vale la pena intentarlo. Y consideran las otras religiones, como enemigas del cristianismo.

Y hay otra concepción del cristianismo, más plural, que considera importante el diálogo con otras religiones, porque en todas ellas hay partes de verdad, partes del camino y mucha parte de vida. Y detrás de los posibles errores y contradicciones humanas que han cristalizado en su formulación, está el Dios de todos y para todos, y está la redención de Cristo, también para todos.

Ya el Concilio Vaticano II se expresó así:

 “La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas”. (28. Octubre. 1965). El Cristo total da pie al cristianismo plural y abierto a otras religiones.

                                                                                                             Félix González

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