Oro, incienso y mirra
- A poco que suene la navidad y su entorno, todos recordamos que los dones ofrecidos por los Magos al niño Jesús, fueron Oro, Incienso y Mirra. El significado de estos dones es un tanto distinto según la interpretación que den unos u otros. Desde luego, no se trata del valor crematístico de cada uno de los dones. De todas las interpretaciones, la que me parece más acertada e importante por su significado, es la que dan los Padres de la Iglesia :
- El oro, metal precioso propio de reyes, simbolizaba el tributo a la realeza de Jesús, a su calidad de rey del Universo
- El incienso, importante en los rituales religiosos y en las ofrendas a los dioses, en todas las religiones, era un tributo a la divinidad del Niño, el reconocimiento de que Jesús era Dios.
- La mirra, usada para embalsamar, en la unción de los cadáveres y en los ritos funerarios, prefiguraba la pasión y muerte de Cristo. Simbólicamente era un tributo a Jesús hombre.
Según esto, los Magos presentaron, oro para el rey, incienso para Dios y mirra para el hombre.
Hasta ahí la leyenda, la parábola, o el midrásh hebreo. Pero me gustaría sacar algunas aplicaciones para el ”hoy y ahora”. Mateo describe a aquellos magos, como hombres de una gran fe, pues hacía falta mucha fe para descubrir en un niño (pobre y desconocido) a un Dios-hombre-rey.
Hoy, muchos viven la imposibilidad de aceptar a Jesús como Dios, relegándole a la categoría de un hombre, desgraciadamente célebre en su tiempo que pagó su impostura con su muerte. Otros no pueden aceptar su humanidad, si de verdad fue Dios. Y por tanto no tendría ningún mérito su misión y su comportamiento; lo sabía todo de antemano, y sólo tenía una apariencia de hombre; por eso no nos sirve de modelo y guía. Lo de ser rey… ¿de qué y de quién? Pilatos no se lo creyó, y hoy día hay muchos que no creen en la posibilidad del Reinado de Dios en este mundo. El hombre es suficientemente autónomo como para no necesitar seguir ninguna orientación, norma o ley que le venga de fuera.
La escena de los Magos sería, según todo eso, una parodia, una mentira disfrazada de candor y sentido bucólico. Nada que hoy día nos valga para la vida. Hoy, en una buena parte de la humanidad, el hombre es el verdadero Dios, que lo puede casi todo, capaz de poner las normas de credibilidad y de moralidad.
De alguna manera sigue vigente en muchas mentes la famosa teoría del filósofo Fiedrich Nietzsche (Niche), sobre “la muerte de Dios”. El llamado “maestro de la sospecha”, sigue creando la sospecha en torno a la existencia de Dios. Y por lo tanto del Dios-Hombre, Jesucristo.
Félix González
ORO, como el todo de los bienes que revierten en una nueva humanidad que no estará más empobrecida.
INCIENSO, como aroma de la justicia que ahuyentará los demonios del viejo egoísmo.
MIRRA, perfumada, porque a nuestra muerte asistiremos bañados de la Luz que ha vencido a las tinieblas.