Y dejando las redes, le siguieron
El evangelio del domingo tercero del tiempo ordinario es una pieza muy interesante de la llamada de Jesús a sus primeros apóstoles. Me recuerda mucho a la película de Pier Paolo Pasolini sobre “El Evangelio según san Mateo”. Un Jesús con prisas, que llama, que no se detiene, que invita y sigue adelante.
En este evangelio vemos también a Jesús llamando a sus primeros discípulos (pescadores del lago en plena faena). “Pasando por el lago de Galilea vio a dos hermanos que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores”. Les dijo: “Venid y seguidme”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Hizo lo mismo con otros dos hermanos que estaban repasando las redes con su padre. “Inmediatamente dejaron la barca y lo siguieron”.
No pienso que haya nadie que piense que fue así exactamente. No es una manera de actuar por parte de Jesús, y mucho menos por parte de aquellos trabajadores del mar. Pero el evangelista tiene claro lo que nos quiere decir: la prontitud y decisión de seguir a Jesús, que debe ser también nuestra pauta de comportamiento. Lo lógico y normal es que Jesús se acercara a ellos, se diera a conocer, les hablara de sus planes, y después les invitase a seguirle. Y lo normal es que ellos se lo pensaran, hablasen con su familia, dejasen las cosas en orden, y luego se marcharan con el Maestro.
Pero lo importante es que decidieron irse con Jesús. Seguir a Jesús no es fruto de una decisión más o menos repentina y poco reflexionada. Lo importante es decidirse, y permanecer en la decisión con constancia. No arrojar la toalla por ninguna causa.
Otra cosa importante para el seguimiento de Jesús, es estar dispuesto a “abandonar” las redes y la barca; no poner la mano en el arado y seguir volviendo la mirada atrás. Hay cosas, actitudes, y hasta proyectos, que posiblemente habría que dejar, porque no son compatibles con el seguimiento de Jesús. Sólo hay que dejar lo que estorbe, sea poco o mucho. Recordemos el pasaje del joven rico, que se perdió el ser uno de los discípulos de Jesús, por no ser capaz de vender sus cosas y dárselas a los pobres. No fue capaz. Eran más importantes sus posesiones. ¡Él se lo perdió! Y dice el evangelio que Jesús le miró con pena. Pensemos si Jesús nos habrá mirado con pena alguna vez, por no ser capaces de seguirle con más fidelidad, o por seguir atados a caprichos, gastos, posturas o criterios personalistas.
Félix González
Félix, no has podido poner un pasaje más radical que el del joven rico. Al menos Zaqueo, que dió la mitad, pudo experimentar como llagaba la felicidad a su casa.
Si seguir a Jesús, y sentir que habla desde dentro y llora en los hombres desde afuera, va colonizando el pensamiento, las palabras, los deseos, las intenciones, el resultado es que vamos cambiando y cambiando con alegría como algo natural.
Yo creo que un cambio importante es cuando dejas de sentirte inferior con los que tienen poder, encanto, pasta, gusto…y pasas a sentirte avergonzado cuando coincides con la gente que vive justísima, que están de prestado en el país, que sienten que son menos.
¡Qué reflexión más bonita, Susana! Ese “cambio importante” de que hablas es el que deberíamos experimentar con fuerza y sinceridad. Cambiarían bastantes cosas en nuestra vida, y en la manera de ver la vida. ¡Gracias!
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