Corazones en red

(Domund, 2012)

Cada año, en el mes de octubre resuena por toda la cristiandad esa palabra mágica: DOMUND (Domingo mundial de la propagación de la fe). Una palabra tan familiar ya, que casi se espera con sus carteles, sus cuñas radiofónicas, los diversos artículos en las revistas de orientación religiosa, las homilías dominicales… Y es que el Domund tiene una especie de magia para todo creyente. Cada año viene acompañado de un slogan, un mensaje, una frase significativa que llega al corazón y a la inteligencia; este año es: “Misioneros de la fe”, ya que coincide con el comienzo del año de la Fe.

Este año, las palabras que resuenan en la convocatoria que hace  el Papa, Benedicto XVI, para la Jornada Mundial, a celebrar el 21 de octubre, son las siguientes: “Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad”. No puede ser menos, ya que coincide  don el desarrollo del Sínodo de Obispos, sobre la Nueva Evangelización.

Dice Jesús en el Evangelio:”He venido a traer fuego a la tierra, y qué he de querer sino que arda”. El fuego del amor: a Dios, y entre los hombres.

Y ese es el fin de la Evangelización: que crean y vivan ese doble amor. Pero como dice el Apóstol: “¿Cómo van a creer si no han oído hablar de él?… ¿Y cómo van a oír si nadie les anuncia el mensaje?”. Y por eso añade Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor. 9,16).

Precisamente este año, el Domund coincide con el año de la fe.

Otras veces hemos recordado que hay una gran parte del mundo que pasa hambre. Hambre de pan, de cultura, de dignidad, de amor… Hoy nos fijamos en otra hambre, no menos importante y acuciante, que esa misma parte del mundo tiene: hambre de Dios.

Cuando alguien está tan desnutrido y débil por no comer, ocurre que llega un momento que ni siquiera siente el hambre, y hay que despertárselo. Lo mismo ocurre con el hambre de Dios: hay que despertarlo, si las duras condiciones de vida le distraen el apetito. Esa es una parte de la evangelización.

Como dice el Papa:”hacer resplandecer la Palabra de verdad”.  Palabra con mayúscula, porque es la que se hizo carne (el Verbo, como dice el prólogo del Evangelio según San Juan). Esa “Palabra hecha carne” tiene que resplandecer en el mundo, a quien vino a salvar; tiene que resplandecer en el hombre, pues para eso “se hizo en todo como él, menos en el pecado”, como dice la Carta a los Hebreos (4,15).

El Domund nos habla de “misión”; de llevar la buena noticia a quien la desconoce. Nos habla de la necesidad, de la obligación, de la exigencia de ser misioneros cada uno desde donde su vocación en el mundo le haya puesto. Pero, sobre todo, nos habla de los misioneros en lo que se llaman lugares de misión (ad gentes). Por eso Pablo, en la Carta a los Romanos, dice: “Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas noticias” (Rom. 10:13-15).

Una vez al año se nos recuerda lo que debiera ser preocupación diaria para los creyentes, aquello que Jesús decía: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también debo traerlas, y oirán mi voz, y serán un solo rebaño con un solo pastor.”

                                                                                                   Félix González

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