Corazones en red

       (No estás lejos del Reino de Dios)

Jesús, en cierta ocasión, le dijo a un escriba del pueblo judío: “No estás lejos del Reino de Dios”. Es una afirmación que, escuchada  de la boca de Jesús, podría hacernos felices. Estar cerca del Reino de Dios significa estar ya en el camino del seguimiento de Jesús.

¿Con qué motivo le dice Jesús al escriba, que no está lejos de ese Reino de Dios? Lo hace a raíz de un breve diálogo entre el escriba y Jesús, sobre qué cosa de la Bibliaes la que tiene más importancia. La respuesta de Jesús es que lo más importante es “amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu ser”.

Pero Jesús quiere añadir algo más. Hay otro mandamiento que va unido necesariamente a éste: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.  Porque, como dice San Juan: “No se puede amar a Dios, si no amas al prójimo”.

El escriba, que ha escuchado las palabras de Jesús, las aprueba. Muestra su acuerdo. Y dice:”Muy bien Maestro, tienes razón; y esos dos amores valen más que todos los holocaustos y sacrificios.

Jesús y el escriba están en sintonía respecto al valor que tiene el amor en sus dos dimensiones de amor a Dios y amor al prójimo. Y por eso dirá Jesús que aquel hombre estaba muy cerca del Reino de Dios. Tal vez le faltara un empujoncito para seguir a Jesús.

Pretender amar a Dios, sin amar al prójimo, es una mentira, y una equivocación. Un imposible. Aunque hay personas que creen poder hacerlo. ¡Falsa ilusión! Si Dios quiere que nos amemos unos a otros, y alguien no lo hace, no cumple la voluntad de Dios, y por tanto no puede afirmar que ama a Dios.

Por el contrario, el que ama de verdad al prójimo, ya está amando a Dios, de alguna manera, porque está haciendo lo que Dios quiere.

Para formar parte del Reino o reinado de Dios, aquí en este mundo, hay que saber conjugar el verbo amar en todos sus tiempos, en todos sus detalles y en todas sus formas: amar es perdonar, es crear paz, desterrando la violencia, es ser justo y misericordiosos, es ser compasivo. Amar es crear fraternidad, es compartir con el necesitado, es cumplir con la obras de misericordia, es fiarse de Dios Padre en los momentos de triunfo y en los momentos de fracaso.

Como es tan difícil saber si amamos a Dios ”sobre todas las cosas”, el mismo Jesús nos da una prueba para saberlo sin equivocación: si amas al prójimo como a ti mismo. Esa es la prueba segura de que puedes estar en lo cierto en cuanto tu amor a Dios. Es muy fácil saber si amamos a los demás como a nosotros mismos: si queremos para ellos lo mismo que queremos para nosotros. Eso no falla. Aunque no basta con quererlo de boquilla, hay que ponerlo en práctica.

                                                                                                      Félix González

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