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 (Fiesta de Cristo Rey)

Con este domingo damos por concluido el “año litúrgico” de la Iglesia, para dar paso, en el siguiente, al tiempo de Adviento (las cuatro semanas que preceden y preparan la Natividad del Señor). A este domingo se le llama: “Domingo de Cristo Rey”.

El Evangelio se centra en el interrogatorio de Pilatos a Jesús: “¿Tú eres Rey?”. La contestación de Jesús es rotunda:”Tú lo dices, yo soy rey”. Pero Jesús se lo aclara:” Mi reino no es de este mundo”. Por eso, Pilatos no tenía nada que temer por su cargo.

Jesús vino a instaurar el “reinado de Dios” en este mundo. Reino que no es de este mundo, pero que se establece aquí en el mundo. Reinado (o Reino) que comienza con Jesús, pero que se completar en la otra vida. Y toda la predicación de Jesús, y todas sus acciones, iban encaminadas a implantar ese reino (o reinado) de Dios. En Mateo (4,17) leemos que Jesús comenzó su ministerio en Galilea, predicando “el Evangelio del Reino”. Y en Lucas (4, 43) Jesús dice que le era necesario anunciar a otras ciudades “el evangelio del Reino” porque para eso había sido enviado.

El prefacio de este domingo nos dice algo de lo que consiste este reino: “Reino eterno y universal, reino de paz y justicia, reino de vida y amor, reino que no es de este mundo, reino que no tendrá fin…”

Pilatos parece querer disculparse ante Jesús. No ha sido él quien lo ha mandado prender. Preferiría no tener que juzgarlo. Por eso dice:”Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho?

¿Qué ha hecho Jesús? Podía haberle relatado todo lo que había hecho: invitar a amarse mutuamente, curar enfermos, perdonar pecadores, bendecir a los niños… Y otras cosas que seguramente no comprendería Pilatos: que Dios es nuestro Padre y nos ama, que el Reino de Dios ha comenzado, etc. Pero sólo le va a decir una cosa: “Yo he venido al mundo para ser testigo de la verdad. Y todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Por eso los sumos sacerdotes y demás autoridades religiosas no le escucharon. Porque su vida no estaba en la verdad.

Tampoco Pilatos sabía mucho de la verdad. Seguramente había que mentir mucho para mantenerse en su trono. Había que mentir a los romanos y había que mentir a los judíos. Y eso era un juego muy peligroso. Por eso no quiere juzgar a Jesús, pero tampoco se atreve a librarlo.  Y dirá:¿qué es la verdad?

Jesús podría haberle contestado fácilmente a la pregunta:”Yo soy la verdad, y el camino y la vida”.  Pero el Gobernador romano, no se interesaba verdaderamente por la contestación. Se retiró sin escucharla.

Todo aquel que no es sincero en su vida, huye de la verdad. Ya había dicho Jesús:”Si aceptáis mis palabras, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn 8:32) 

Ser libre supone renunciar a cualquier esclavitud, y principalmente la esclavitud de vivir     apoyado e instalado en la mentira.

                                                                                                Félix González

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