Corazones en red

(Bendita tú que has creído)

Estamos a las puertas de la Navidad. Hemos hecho un recorrido de cuatro semanas. Sería bueno que hiciésemos, cada uno, una breve evaluación de lo que ha supuesto este camino en nuestra vida, y cómo nos presentamos ante la fiesta de la Navidad.

Hoy resalta la figura de María, como personaje principal del Adviento. María que ya es portadora de Jesús, pero que eso no la impide visitar a su prima Isabel, para ayudarla. Ella también lleva en su seno a Juan Bautista, que habría de anunciar la llegada del Mesías.

A María no se le han subido los humos; la que se autollamó a sí misma como “la esclava del Señor”, no tiene inconveniente en ir a servir a Isabel. Una de las virtudes más sobresalientes de la Virgen, es su humildad, para no achacarse así misma los méritos, sino al que “ha hecho en mí maravillas, porque ha mirado la humildad de su esclava”.

Isabel le dice: Bendita tú que has creído. María ha escuchado las palabras del ángel, que le dice de parte de Dios: “el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra y serás la Madre de un niño que es Dios. Todo eso es lo que vamos a celebrar dentro de dos días: el nacimiento de Dios, hecho hombre.

Estas Navidades, en muchos hogares se sentirá la crisis. Es muy posible que los gastos habrá que reducirlos; aunque algunos, poco podrán reducir, porque todo está ya muy reducido. Pensemos en Jesús, que nació  como los más pobres. Pero pensemos también, en aquellos que están peor que nosotros.

Los pastores, que también eran pobres, supieron privarse de algo para llevárselo a Jesús. Si no podemos parecernos a los Magos, al menos hagámoslo como los pastores, que compartieron lo poco que tenían. ¿No conocemos a alguna familia que lo esté pasando muy mal, y no pueda celebrar la Navidad? Ahí entra nuestra generosidad. Nadie más generoso que el mismo Dios que hasta entregó al mundo a su Hijo, porque lo necesitábamos. Una manera de agradecer a Dios esa generosidad, sería la de ser nosotros generosos con otros.

Por otra parte, será muy bueno que suenen las panderetas, que nos alegren los villancicos, y felicitemos las Pascuas. Pero sin olvidar lo que celebramos. Un poquito más de oración para Dios, y unas sonrisas para aquellos con los que nos encontramos todos los días, nos ayudaría a darlo sentido.

Seguiremos hablando de crisis, porque nos golpea. Pero que no podamos hablar de crisis de fe, de esperanza y de caridad.

Os deseo que la Navidad, además de conmemorar el Nacimiento de Jesús, en Belén,  podamos hacer un hueco en nuestro corazón para que Jesús (su amor que nos lleve al amor de los demás), nazca, también en el corazón de cada uno.

                                                                                                   Félix González, ss.cc.

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