Un crimen horrendo
Cualquier crimen, cualquier homicidio, es siempre horrendo y no tiene justificación. Pero algunos adquieren especial horror. Me estoy refiriendo, concretamente, a la muerte asestada a un muy joven muchacho marroquí (18 años), a manos de unos adolescentes de 14 y 16 años. Le cosieron el cuerpo a puñaladas (nada menos que 23), hasta más allá de la muerte. Leer o escuchar la noticia, produce un gran escalofrío y una gran decepción.
Dos son los autores directos del crimen, pero hay otros cuatro jóvenes encubridores y cómplices de los mismos.
Ahora los jueces, los psiquiatras y los mismos autores del crimen deberán esclarecer cuáles fueron los motivos que llevaron a tal horror. De momento, parece que los jóvenes eran normales (¿), y pertenecientes a familias bien estructuradas.
Además de la responsabilidad de autores y encubridores, podríamos preguntarnos qué o quién tiene parte en esas responsabilidades. No cabe duda de que estamos viviendo una etapa de violencia social en todos los aspectos. Todo es válido: La televisión con sus películas de violencia y destrucción, el escaso respeto a la vida de los demás, la disminución de los valores positivos de la persona, la exaltación del “héroe”(en su sentido más devaluado), la escasa educación en muchas familias, etc… también están en la cadena de responsabilidades.
Cuando por una parte crece la solidaridad hacia las necesidades del prójimo (más en este tiempo de crisis), decrecen los valores democráticos, de convivencia pacífica, de dominio de las pasiones.
Hay muchas noticias que a uno le hacen preguntarse el por qué. Pero reconozco que esta me ha impresionado especialmente, debido a la juventud de los actores de un acto tan violento y criminal.
Están fallando la educación sobre los derechos de los demás (sobre todo el derecho a la vida), la educación en el respeto de las ideas y formas de ser de cada uno , el racismo (tal vez aumentado por el crecimiento de la inmigración). Y eso es un retroceso en la manera de pensar y actuar de un pueblo.
La violencia engendra violencia y destruye la convivencia pacífica, que es la base de una sociedad que quiera llamarse sana, y una democracia basada en la libertad de expresión y de movimiento. Cuando falla lo más básico, todo lo demás viene “por añadidura”, y el hombre, como decía el sociólogo Hobbes, es un lobo para el hombre.
Félix González
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